En una jornada inolvidable, el New York City Center se convirtió en un escenario mágico para que cerca de mil niños neoyorquinos descubrieran el encanto del flamenco. El espectáculo "Alter Ego", protagonizado por Patricia Guerrero y Alfonso Losa, formó parte del vigésimo cuarto Flamenco Festival de Nueva York, demostrando cómo este arte tradicional español puede conectar profundamente con nuevas generaciones. La presentación exclusiva para estudiantes fue todo un éxito, tanto que las reacciones espontáneas y entusiastas de los pequeños espectadores sorprendieron gratamente a los artistas. Este evento no solo ha sido una experiencia única para los chicos, sino también un recordatorio de la importancia de acercar el flamenco a los más jóvenes.
En el bullicio de una mañana otoñal, una flota de autobuses escolares amarillos se alineaba frente al icónico New York City Center. Dentro del teatro, los asientos comenzaron a llenarse con casi un millar de alumnos de entre 8 y 12 años, provenientes de todos los rincones de la gran ciudad: el Bronx, Brooklyn, Queens, Staten Island y Manhattan. En el escenario, dos figuras destacadas del flamenco, Patricia Guerrero y Alfonso Losa, estaban listos para presentar su obra "Alter Ego". Este montaje, que ya había conquistado críticas y público en España, estaba a punto de enfrentarse a un público muy especial: los niños.
La actuación comenzó con un silencio expectante que pronto se rompió con los primeros acordes de guitarra. Los gritos de admiración y los "olés" infantiles resonaron en el auditorio, creando una atmósfera eléctrica. Para Guerrero, directora del Ballet Flamenco de Andalucía desde 2023, esta experiencia le trajo recuerdos de su primera actuación ante niños en el mismo teatro hace doce años. Entonces, como ahora, la reacción de los pequeños fue pura emoción y entusiasmo. Para Alfonso Losa, en cambio, fue una novedad que lo dejó maravillado por la naturalidad y espontaneidad con la que los niños responden al arte.
Desde su perspectiva como artistas y educadores, Guerrero y Losa lamentan que en España no haya iniciativas similares para acercar el flamenco a los niños en grandes teatros. Mientras que en Nueva York los estudiantes reciben clases de flamenco en sus colegios y tienen acceso a espectáculos en teatros importantes, en España estas oportunidades son limitadas. Patricia Guerrero sueña con un día en que los niños españoles puedan experimentar algo similar en el Teatro Real, lo cual sería, según ella, "una barbaridad". Aunque en Andalucía ya existe una asignatura optativa de flamenco en algunos colegios, considera que esto apenas comienza a fomentar el amor por este arte único y poderoso.
Este encuentro entre el flamenco y los niños neoyorquinos no sólo ha sido una experiencia emocionante para los pequeños espectadores, sino también una reflexión sobre la necesidad de promover y preservar nuestras tradiciones culturales. El flamenco, con su fuerza visceral y auténtica, tiene el poder de mover corazones, independientemente de la edad o el origen. Y es nuestra responsabilidad asegurarnos de que las próximas generaciones tengan la oportunidad de descubrirlo.