En su obra "La pérfida Albión", el historiador Paul Preston explora la postura británica durante el conflicto español, desvelando cómo Londres, a pesar de declararse neutral, contribuyó indirectamente al triunfo del bando franquista. Preston argumenta que las razones de clase y prejuicios influyeron en la decisión del gobierno británico, lo que resultó en una política de no intervención que favoreció a los sublevados. Este análisis revela la hipocresía y complejidad de las relaciones internacionales en ese período.
La posición oficial de Gran Bretaña durante la Guerra Civil española fue de neutralidad, pero esta apariencia ocultaba una simpatía encubierta hacia el bando nacionalista. Preston sostiene que factores históricos y sociales influyeron en esta actitud. La experiencia traumática de la Primera Guerra Mundial generó un profundo rechazo a nuevos conflictos armados. Además, los prejuicios de clase dentro del establishment británico condicionaron la percepción de España y su guerra civil.
Esta neutralidad era más apariencia que realidad. El gobierno británico, bajo la influencia de figuras como Winston Churchill, adoptó una postura que, aunque inicialmente parecía equilibrada, terminó beneficiando a Franco. Churchill, en sus escritos, expresó preocupaciones sobre el avance comunista y veía a los rebeldes como una barrera contra este peligro. Sin embargo, su perspectiva evolucionó cuando se dio cuenta de que Hitler y Mussolini estaban utilizando España para debilitar a las potencias occidentales. Esta comprensión tardía llevó a una reconsideración estratégica, aunque ya era demasiado tarde para cambiar el curso de los eventos.
La política de no intervención impuesta por Gran Bretaña tuvo consecuencias devastadoras para la República española. A través de este acuerdo internacional, el gobierno británico efectivamente privó a la República de acceso a armamento esencial, mientras permitía que Alemania e Italia suministraran recursos a los nacionalistas. Preston destaca cómo esta situación legalmente equitativa fue todo menos justa en la práctica, creando un desequilibrio que favoreció a Franco.
El impacto de esta política extendió sus efectos más allá de la guerra misma. Las inversiones británicas en España, especialmente en regiones industriales clave, fueron protegidas a expensas de la estabilidad republicana. Los diplomáticos británicos en España, con sus informes sesgados y racistas, ejercieron una influencia significativa en las decisiones de Londres. Hombres como Norman King y Henry Chilton, cuyas percepciones estaban teñidas de prejuicios, ayudaron a moldear una visión distorsionada del conflicto. Preston también examina cómo estas acciones afectaron la memoria histórica posterior, incluyendo episodios contemporáneos como la retirada y reposición de placas conmemorativas en ciudades españolas.