En este informe, se explora la importancia y las diferencias de los soliloquios entre niños con altas capacidades cognitivas y aquellos diagnosticados con Trastorno del Espectro Autista (TEA). Los soliloquios son expresiones verbales que ayudan a los niños a procesar información y emociones. En ambos grupos, estas manifestaciones verbales juegan un papel crucial en su desarrollo cognitivo y emocional, aunque presentan características distintivas. Este artículo profundiza en cómo estos comportamientos pueden ser útiles o, en algunos casos, necesitar orientación para mejorar la interacción social.
En el entorno escolar y familiar, es común observar a pequeños hablando consigo mismos en momentos diversos. Este fenómeno, conocido como soliloquio, es especialmente notorio en dos grupos: los niños con altas capacidades y aquellos con TEA. Durante los primeros años de vida, estos diálogos internos sirven como una herramienta vital para asentar conocimientos y fomentar habilidades comunicativas.
Para los niños con TEA, los soliloquios a menudo representan formas de autoestimulación verbal o estrategias para organizar pensamientos y regular emociones. Estos monólogos internos pueden ser una vía para interpretar y dar sentido al mundo que les rodea, facilitando así la estructuración de sus experiencias diarias. En contraste, en los niños con altas capacidades, los soliloquios reflejan un procesamiento mental acelerado y una necesidad de verbalizar ideas complejas. Sus discursos suelen ser más elaborados y flexibles, abarcando desde análisis lógicos hasta creaciones imaginativas.
A pesar de sus beneficios, los soliloquios repetitivos en niños con TEA pueden convertirse en barreras para la participación social. Por ello, es importante comprender su función y proporcionar alternativas efectivas si interfieren con las actividades cotidianas. En cambio, en niños con altas capacidades, estos diálogos internos son valiosos para la organización del pensamiento y la creatividad, y solo deberían ser moderados si generan dificultades sociales o académicas.
Desde una perspectiva profesional, Adrián Garrido, psicólogo especializado en trastornos del neurodesarrollo, subraya que los soliloquios cumplen una función adaptativa y no deben ser eliminados de manera forzada. Más bien, se recomienda entender su propósito y ofrecer herramientas para que los niños puedan canalizar sus pensamientos de manera efectiva.
Como periodista, esta investigación me ha llevado a reflexionar sobre la importancia de comprender y apoyar las diferentes formas en que los niños procesan y expresan sus pensamientos. Los soliloquios, lejos de ser simples charlas consigo mismos, son manifestaciones cruciales del desarrollo cognitivo y emocional. Como sociedad, debemos aprender a valorar estas expresiones en lugar de intentar suprimirlas. Al hacerlo, podemos proporcionar a los niños las herramientas necesarias para que desarrollen su potencial de manera integral y saludable.