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Comprendiendo y Abordando la Ansiedad y Depresión en Niños y Adolescentes
2025-03-04

La percepción generalizada de que los niños no experimentan tristeza prolongada es errónea. Los datos de instituciones internacionales, como la Organización Mundial de la Salud (OMS), revelan un aumento significativo en los casos de ansiedad y depresión entre los jóvenes. Estos problemas afectan múltiples aspectos de su vida, desde el rendimiento académico hasta las relaciones sociales. Es crucial que las familias estén atentas a las señales de alerta y sepan cómo actuar para ayudar a sus hijos.

Identificando Síntomas en Niños y Adolescentes

Los indicadores de ansiedad y depresión en menores pueden ser distintos a los observados en adultos. Las emociones complejas a veces se manifiestan a través de síntomas físicos o cambios en el comportamiento. Es importante estar alerta a cualquier variación inusual en el bienestar emocional del niño.

Las dificultades para expresar emociones llevan a que los niños muestren signos somáticos como dolores inexplicables o alteraciones en el sueño. La psicóloga Ana Estela Ruiz explica que la ansiedad puede reflejarse en quejas corporales, mientras que la depresión puede evidenciarse por una pérdida de interés en actividades antes disfrutadas, aislamiento social, y comentarios negativos sobre uno mismo. Reconocer estos signos tempranos es vital para iniciar el proceso de ayuda adecuada.

Abordando la Situación: Roles Clave en el Apoyo al Bienestar Emocional

Superar la ansiedad y la depresión requiere un enfoque integral que incluya el apoyo familiar, escolar y profesional. Cada área juega un papel fundamental en el tratamiento y recuperación del menor. Este apoyo conjunto puede marcar la diferencia en el camino hacia el manejo efectivo de estas condiciones.

El entorno familiar es crítico; crear un ambiente seguro con rutinas claras y límites definidos es esencial. Fomentar una comunicación abierta y activa permite que los niños se sientan comprendidos y escuchados. En la escuela, los profesores pueden desempeñar un rol detector de posibles problemas y ofrecer adaptaciones académicas cuando sea necesario. Por último, la intervención de profesionales de la salud mental proporciona herramientas terapéuticas específicas, como la Terapia Cognitivo-Conductual, la Terapia de Juego, la Terapia Narrativa y la Terapia Familiar sistémica. Estos enfoques buscan empoderar al niño con habilidades para enfrentar y manejar sus emociones de manera efectiva, promoviendo así su bienestar a largo plazo.

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