En el documental, los espectadores podrán ver dos caras de Carolina: la jugadora de bádminton y la personal. Verán su faceta trabajadora y luchadora, así como lo que hay detrás de los partidos. También verán momentos de la preparación, después de la lesión y al recibir el premio Princesa de Asturias de los deportes 2024.
De la jugadora destacaría su resiliencia, esfuerzo y trabajo. De la de casa, es extrovertida y divertida. No es muy maniática ni supersticiosa, sino que tiene unas rutinas. Lleva un collar que le regalaron sus padres con dos medallitas de la Virgen del Rocío, la letra inicial de su nombre y una medalla pequeña con una loba que la caracteriza con la palabra "Determinación".
Durante la grabación del documental, hubo momentos en los que deseó no tener cámaras, como en un entrenamiento en Sierra Nevada. Pero todo fue grabado tal cual pasó, sin nada ficticio.
Lo mejor de ser una deportista de élite son todos los valores que el deporte te aporta. Pero lo peor es que es una vida muy sacrificada. Tienes que renunciar a muchas cosas, como tiempo con la familia y eventos importantes. Sin embargo, no se arrepiente de ninguna decisión tomada en su vida.
En la recuperación de la lesión, está tomando un camino más calmado. También ha tenido tiempo para hacer eventos y charlas motivacionales. En un futuro, piensa en ir a colegios y continuar haciendo cosas que le apetezcan.
Fuera del deporte, le gusta cocinar. Ahora que tiene más tiempo, ha practicado. No tiene un plato estrella, sino que le gusta cocinar un poco de todo y a veces innovar.
Desde pequeña, quería ser veterinaria por su amor por los animales. Pero la vida le abrió el camino del bádminton, que ha ocupado mucho tiempo en su día a día.