En una época donde la publicidad y las redes sociales promueven una felicidad superficial y la búsqueda incesante de validación externa, la psicóloga Isabel Serrano-Rosa aboga por un cambio de paradigma. Ella nos insta a desvincularnos del clamor social y a embarcarnos en un viaje hacia el autodescubrimiento. Su reciente publicación, 'Yo, mí, me, conmigo', se presenta como una guía para emprender un trabajo interior riguroso y significativo, que redefine la comprensión convencional de la autoestima, alejándola de su interpretación simplista y comercial.
La esencia de la propuesta de Serrano-Rosa radica en la premisa de que la autoestima es un proceso dinámico y fundamentalmente interno, opuesto a una cualidad estática o dependiente de factores externos. A lo largo de nuestra existencia, desde la niñez, la sociedad nos impone identidades y expectativas que, según la psicóloga, nos desvían de nuestra verdadera esencia. La autoestima, explica, es ese puente vital entre nuestro mundo interior (nuestro valor inherente) y el mundo exterior, una conexión que nos permite sentirnos valiosos y capaces de crecer. Para cultivar una autoestima robusta, es crucial el autoconocimiento y la autoaceptación, lo que implica detenerse a reflexionar sobre nuestros auténticos valores, deseos y cómo nos percibimos objetivamente. Esto nos faculta para establecer límites saludables con los demás y tomar decisiones que realmente beneficien nuestro bienestar psicológico.
La psicóloga nos reta a dejar de buscar en otros esa figura de 'persona vitamina' y, en cambio, a transformarnos en nuestra propia fuente de vitalidad y fortaleza. Al emprender esta travesía de autoexploración y conectar con nuestra identidad genuina, liberada de imposiciones externas, nos empoderamos para superar desafíos y renacer de las adversidades. Se trata de edificar una seguridad interna, ejerciendo nuestro poder personal y cultivando una autonomía que nos permita tomar las riendas de nuestra vida, alejándonos de la influencia negativa y convirtiéndonos en los principales artífices de nuestro bienestar.
Al abrazar esta perspectiva de introspección, no solo se fortalece la autoestima individual, sino que se fomenta una sociedad más consciente y resiliente. Reconocer que la fuente de nuestro valor reside en nuestro interior nos libera de la constante búsqueda de aprobación externa, abriendo el camino hacia una vida más auténtica y plena. Este enfoque promueve una cultura de bienestar arraigada en el respeto propio y la capacidad de cada individuo para forjar su propio destino, construyendo así un futuro más prometedor y equilibrado.