En el corazón de Madrid, la croqueta se ha convertido en un símbolo gastronómico que celebra su día mundial cada 16 de enero. Este bocado exquisito, cuyo origen se remonta a Francia y atribuido a Louis de Bechamel, ha evolucionado hasta convertirse en una tapa universal con infinitas variaciones. Desde las tradicionales croquetas de jamón ibérico hasta versiones innovadoras que fusionan sabores asiáticos y peruanos, los restaurantes de la capital ofrecen experiencias únicas para deleitar a los amantes de este manjar. La historia de la croqueta en Madrid es rica en tradición y creatividad, reflejada en establecimientos emblemáticos que han llevado este plato a nuevas alturas.
La croqueta tiene sus raíces en la cocina francesa del siglo XVII, donde Louis de Bechamel creó la base bechamel que hoy conocemos. Sin embargo, fue en España donde este sencillo bocado encontró su verdadero hogar. En 1817, Antoine Cámere introdujo una versión crujiente que cautivó al archiduque de Rusia. Con el paso del tiempo, las tabernas madrileñas adoptaron la croqueta como parte integral de su oferta culinaria. Hoy en día, lugares como Neotaberna Santerra destacan por sus croquetas de jamón ibérico, galardonadas en prestigiosos concursos gastronómicos. Estas croquetas no solo son un homenaje a la tradición sino también un testimonio de la excelencia culinaria madrileña.
Otro ejemplo de esta evolución es Latasia, Casa de Comidas, donde los hermanos Hernández combinan sabores asiáticos y peruanos para crear croquetas únicas. Durante todo el mes de enero, ofrecen tres versiones especiales que incluyen chipirones con salsa de chili crab, gambas al ajillo con algas y puerros con anguila ahumada. Esta fusión de culturas refleja la diversidad culinaria de Madrid, que abraza tanto lo tradicional como lo innovador.
En Triperito, el cocinero Roberto Martínez Foronda presenta una croqueta de ají de gallina que combina elementos peruanos con técnicas españolas. El resultado es una croqueta de gran tamaño, hecha a partir de un guiso tradicional peruano y adornada con mayonesa de aceituna botija y nuez garrapiñada. Este plato no solo es un tributo a la cocina andina sino también una invitación a explorar nuevos sabores en el corazón de Madrid.
Las Tortillas de Gabino ofrece un menú dedicado a las tortillas, pero sus croquetas de jamón, boletus y queso Idiazábal son igualmente imprescindibles. Estas croquetas, con su intenso sabor y textura cremosa, son un claro ejemplo de cómo los ingredientes locales pueden elevar cualquier receta. Manero, otro referente en la ciudad, utiliza jamón ibérico de bellota Maldonado para elaborar croquetas que destacan por su untuosidad y aroma inconfundible.
El viaje culinario continúa en Papagena, donde el chef Ramón Freixa presenta croquetas de jamón con vistas al Palacio Real. Aquí, la experiencia gastronómica se complementa con un entorno único que hace honor a la majestuosidad de Madrid. En Ultramarines del Coso, Andy Boman propone croquetas de sobrasada con queso de cabra, un contraste audaz que desafía los paladares más atrevidos. Por último, Divina Dolores sorprende con croquetas de carabineros con kimchi, una fusión de sabores que mantiene el protagonismo del mar mientras añade un toque picante y fermentado.
En resumen, la croqueta en Madrid es mucho más que un simple aperitivo; es una celebración de la tradición culinaria y la innovación. Cada restaurante y taberna contribuye con su propia interpretación, creando un paisaje gastronómico rico y diverso. Ya sea en una taberna centenaria o en un local moderno, las croquetas de Madrid prometen una experiencia única que deja huella en el paladar de quienes las prueban.