Con una lluvia que cesó justo a tiempo, permitiendo que el ruedo alcanzara su estado óptimo, comenzó una corrida que prometía emociones intensas. David Fandila "El Fandi" regresaba a Sevilla conmemorando sus 25 años desde que recibiera la alternativa. En esta ocasión, su actuación fue cuestionada desde el inicio hasta el final, dejando a muchos aficionados con dudas sobre su lugar en la historia del toreo contemporáneo. Sin embargo, su papel en los tercios previos fue impecable, destacándose con cambios largos llenos de valor y chicuelinas que encendieron al público.
Ante un ejemplar de Alcurrucén, notable por su belleza y nobleza, "El Fandi" intentó trabajar con precisión, aunque su efectividad habitual con la espada no estuvo presente. Este toro, con humillaciones limitadas pero con una presencia poderosa, anunciaba un reto considerable. A pesar de los esfuerzos, el resultado quedó lejos de las expectativas, marcando una jornada que será recordada por lo que pudo haber sido y no fue.
David Galván emergió como quien más cerca estuvo de recibir el reconocimiento merecido. Su faena frente a Pelucón, un toro de linaje ilustre, mostró un nivel artístico excepcional. Con muletazos iniciales que cautivaron al respetable, Galván demostró una técnica depurada, especialmente por el pitón izquierdo, donde su calidad resplandeció. Los cambios de mano fueron momentos de oro puro, elevando la faena a alturas pocas veces vistas.
Sin embargo, la audacia llegó tarde, cuando ya era evidente que el toro comenzaba a mostrar señales de agotamiento. Aun así, los naturales mantuvieron viva la llama de la esperanza, culminando en unos pases de pecho memorables. La ovación fue calurosa, aunque la falta de precisión en el momento clave impidió un premio mayor. Un recuerdo de Zaragoza planeó sobre el ambiente, recordando errores pasados que parecían destinados a repetirse.
Ginés Marín enfrentó a Pianero, un toro de líneas elegantes y comportamiento formal. Con una fijeza clara y una humillación constante, este ejemplar ofreció un reto adecuado para el joven torero. La conexión entre ambos fue evidente, aunque siempre pareció faltar algo para trascender del ámbito del bien al terreno del excelso. Las tandas fueron correctas, aunque sin llegar a ese punto de éxtasis que el público ansía.
La estocada media cerró una actuación que, aunque satisfactoria, dejó un sabor agridulce. El aviso añadió tensión a una escena que necesitaba algo más para ser definitivamente memorable. Ginés mostró su profesionalismo, cumpliendo con creces, aunque quizás aún lejos de esa grandeza que algunos auguran para él.
Profesor, el compendio perfecto entre Pelucón y Pianero, apareció como una oportunidad única para brillar. Este toro, con una codicia formidable y un ritmo extraordinario, representaba todo lo que un torero podría desear. Lamentablemente, cayó en manos de "El Fandi", quien, con una faena dolorosa y muletazos gruesos, desperdició una joya de bravura.
La banda de música, en un gesto poco acertado, acompañó con una melodía que contrastaba con la solemnidad del momento. Este error, sumado a la ejecución deficiente, provocó un contraste indeseado entre el arte del toro y la interpretación del torero. Alcurrucén merecía más, y su pérdida fue palpable en el arrastre, donde una ovación tibia intentó compensar lo insuficiente.
Favorito, el quinto de la tarde, ofreció un espectáculo de delicadeza y elegancia. Con cabos tan finos que evocaban a una gacela, este toro permitió a David Galván elevar su arte a nuevas alturas. Los pases de pecho fueron momentos de máxima tensión, donde el torero demostró su valentía y composición. El arrimón final caldeó el ambiente, generando una expectativa palpable.
Aunque el descabello nuevamente frustró las esperanzas de una oreja, la ovación fue merecida. Este episodio reflejó la fragilidad del instante decisivo, donde la perfección técnica puede marcar la diferencia entre el éxito y el fracaso. Finalmente, el sexto toro cerró una jornada que, aunque llena de luces y sombras, dejó huella en el corazón de quienes presenciaron cada detalle.