En un mundo donde los conceptos científicos se simplifican en redes sociales, el psiquiatra Pablo Castañón aborda una preocupación clave: el reduccionismo de la química cerebral. A través de su análisis, desmonta la creencia popular de que emociones como la felicidad o el amor pueden explicarse únicamente por neurotransmisores como dopamina, serotonina u oxitocina. Este experto argentino subraya cómo esta visión fragmentada puede llevar a autodiagnósticos erróneos y evitar consultas médicas fundamentales.
En tiempos donde las plataformas digitales ofrecen soluciones rápidas para problemas complejos, el psiquiatra Castañón advierte sobre la peligrosa tendencia de simplificar la salud mental. En una conversación reveladora, explica que aunque neurotransmisores como la dopamina están asociados al placer, no deben entenderse como la única causa de nuestras emociones. Según él, este tipo de reduccionismo lleva a personas a buscar respuestas fáciles en aplicaciones o suplementos dietéticos, ignorando factores más profundos como la historia personal, los vínculos afectivos y las condiciones sociales.
Castañón argumenta que muchos atribuyen sus emociones negativas exclusivamente a desequilibrios químicos, cuando en realidad podrían estar enfrentando problemas médicos específicos, como alteraciones tiroideas. Por ello, recalca la importancia de acudir a profesionales capacitados antes de recurrir a "recetas mágicas" que circulan en TikTok u otras redes. En su libro La falacia de la química cerebral, desarrolla esta idea aún más, cuestionando tanto los mitos sobre psicofármacos como la creencia generalizada de que la felicidad depende únicamente de ajustes hormonales.
Su mensaje central es claro: la salud mental no puede reducirse a meras interacciones químicas dentro del cerebro. Más bien, requiere un enfoque holístico que considere todos los aspectos de la vida de una persona, desde lo biológico hasta lo social.
Desde Buenos Aires, el psiquiatra ha generado un impacto significativo con su llamado a reconsiderar cómo entendemos y tratamos nuestros estados emocionales.
Finalmente, destaca que el bienestar genuino proviene del esfuerzo continuo, relaciones saludables y constancia personal, más allá de cualquier pastilla o infusión prometedora.
Como periodista interesado en estos temas, me parece crucial destacar que la perspectiva de Castañón nos invita a mirar más allá de soluciones inmediatas y reconocer la riqueza y complejidad de nuestra experiencia humana. Su trabajo refleja la necesidad urgente de educarnos mejor en materia de salud mental y abandonar atajos simplistas que solo empeoran nuestra comprensión de nosotros mismos.