En el contexto de la vida moderna, Vivian ha encontrado en su identidad femenina una lección profunda sobre cómo equilibrar roles y responsabilidades. Su perspectiva se centra en romper con las cargas emocionales que históricamente han recaído sobre las mujeres, especialmente aquellas relacionadas con la culpa. A través de sus experiencias cotidianas, Vivian busca transmitir a Malu, su hija, una visión diferente del papel materno, donde la presencia no está definida únicamente por el tiempo físico compartido, sino también por la calidad y significado de esos momentos.

Vivian comparte cómo la maternidad contemporánea implica un desafío constante para gestionar sentimientos complejos. En lugar de sucumbir ante la presión social de estar disponible en todo momento, ella ha optado por establecer un sistema que permite tanto su desarrollo profesional como su conexión familiar. Explica que cada salida o compromiso fuera del hogar es cuidadosamente comunicado a Malu, asegurando que la niña comprenda que su ausencia temporal no significa falta de atención o amor. Este enfoque busca mitigar cualquier sensación de abandono potencial.

Además, Vivian subraya la importancia de los pequeños gestos en la crianza. Al organizar su agenda para estar presente en eventos clave, como llevar y recoger a Malu de la escuela, refuerza vínculos significativos. Esto le permite disfrutar de periodos de descanso sin que su hija sienta una pérdida excesiva de proximidad. Su estrategia demuestra que el equilibrio entre trabajo y familia no solo es posible, sino también saludable cuando se aborda con intención y claridad.

La experiencia de Vivian pone de manifiesto cómo las mujeres pueden redescubrirse a sí mismas en contextos sociales cambiantes. Al gestionar las expectativas y priorizar relaciones significativas, logran liberarse de estigmas tradicionales. Vivian inspira con su ejemplo al recordarnos que ser mujer hoy en día implica no solo asumir múltiples roles, sino también redefinirlos según nuestras propias necesidades y valores.