En una tarde cargada de emociones musicales, Nathy Peluso lideró un espectáculo que redefinió los límites del empoderamiento artístico. Con su presencia hipnótica y su habilidad para fusionar géneros tan diversos como la salsa, el trap y la bachata, la artista argentina conquistó a una audiencia entregada. Acompañando esta velada vibrante, Mushkaa trajo un toque urbano catalán, mientras Yerai Cortés deslumbró con su maestría en la guitarra flamenca. En contraste, Samantha Hudson anunció inesperadamente la cancelación de su presentación debido a razones personales vinculadas al contexto político.
Desde sus primeras notas, Nathy Peluso transformó el escenario en un territorio donde las reglas tradicionales quedaban atrás. Su interpretación fluida de estilos musicales variados capturó la esencia misma de su personalidad artística. Cada canción fue una invitación a explorar nuevas dimensiones rítmicas, desde el swing sensual de la salsa hasta los movimientos frenéticos del trap. Sus palabras resonaron profundamente cuando habló sobre la envidia y cómo superarla, utilizando su propia música como vehículo para inspirar. Durante momentos emblemáticos, como su interpretación de "Envidia", demostró cómo la balada puede convivir perfectamente con ritmos latinos intensos.
La experiencia musical continuó con la participación de Mushkaa, quien introdujo una mezcla única de sonidos urbanos. Su actuación destacó por su capacidad para conectar con el público mediante canciones como Zig Zag y Manipuladora. Además, aprovechó la oportunidad para abordar temas sociales importantes, recordando la lucha por la libertad de Palestina frente a inversionistas extranjeros asociados con controversias políticas. La inclusión de colaboraciones familiares añadió un toque especial al show, celebrando vínculos personales junto con su hermana Greta Farelo y haciendo referencia a Bad Gyal.
Más tarde, el ambiente cambió drásticamente con la aparición de Yerai Cortés, cuya guitarra flamenco elevó el nivel artístico de la jornada. Junto a un coro femenino impresionante, creó paisajes sonoros que combinaban lo clásico con lo moderno. Su repertorio reveló no solo su talento técnico, sino también su conexión profunda con la tradición flamenca. Las voces documentales de su padre y madre acompañaron sus interpretaciones, añadiendo una capa adicional de autenticidad cultural.
Finalmente, aunque fuera bajo circunstancias difíciles, la decisión de Samantha Hudson de cancelar su actuación reflejó un acto de integridad artística. Su mensaje sincero subrayó la importancia de alinearse con valores internos incluso en situaciones complicadas. Este gesto dejó una marca significativa en el festival, invocando reflexiones sobre el papel de los artistas en tiempos de conflicto social.
En resumen, esta jornada musical se caracterizó por una diversidad asombrosa de expresiones artísticas. Desde la energía eléctrica de Nathy Peluso hasta la introspección flamenca de Yerai Cortés, cada actuación contribuyó a crear un mosaico cultural rico y multifacético. Mientras algunos eligieron utilizar su plataforma para abordar problemas globales, otros optaron por mostrar su creatividad pura en forma de arte. Esta combinación resultó en una experiencia memorable que dejará huella en todos los que tuvieron la oportunidad de presenciarla.