La comprensión del cerebro humano ha avanzado significativamente gracias a investigaciones pioneras como las de Jill Bolte Taylor. En su trabajo, destacó que las reacciones químicas relacionadas con emociones intensas duran aproximadamente un minuto y medio. Durante este breve periodo, ocurre una serie de procesos internos que pueden ser aprovechados para mejorar la gestión emocional tanto en niños como en adultos. Este descubrimiento permite nuevas estrategias para enfrentar situaciones difíciles, como las rabietas infantiles. Al entender que después de 90 segundos el cerebro se regula automáticamente, los adultos pueden actuar de manera más efectiva al apoyar a los pequeños durante momentos de frustración o enojo.
Un desafío común es que las rabietas infantiles tienden a prolongarse más allá de este tiempo debido a pensamientos recurrentes que alimentan dichas emociones. La clave está en intervenir antes de que esto ocurra mediante técnicas adecuadas. Sonia Martinez Lomas, psicóloga especializada en desarrollo infantil, propone acompañar a los niños sin intentar cortar abruptamente sus emociones. Ofrecer palabras de empatía, respirar juntos y darles espacio puede marcar una gran diferencia. A través de estas acciones, no solo ayudamos a calmarlos, sino que también les enseñamos habilidades valiosas para regular sus emociones. Además, esta herramienta puede adaptarse según la edad del niño: desde abrazos protectores para los más pequeños hasta conversaciones reflexivas para los adolescentes.
Desde una perspectiva positiva, cuando los niños aprenden desde temprana edad a reconocer y manejar sus emociones, desarrollan una base sólida para enfrentar los desafíos futuros. Esta habilidad no solo mejora su bienestar personal, sino que también contribuye a relaciones más sanas y respetuosas con quienes les rodean. Proporcionarles una guía clara sobre cómo funcionan sus emociones es como entregarles una brújula que los orientará durante toda su vida. Así, se fomenta una autoestima robusta y una capacidad resiliente frente a las adversidades, permitiendo que crezcan siendo personas equilibradas y empáticas.