Hace un siglo nacía uno de los artistas más visionarios del mundo, Antoni Gaudí, cuya obra sigue siendo celebrada hoy. En el aniversario de su nacimiento, se ha avanzado significativamente en el proceso de beatificación del "arquitecto de Dios". Reconocido por el papa Francisco por sus "virtudes heroicas", Gaudí es considerado venerable, permitiendo oraciones privadas en su honor. A través de una narrativa histórica, Jesús Bastante explora cómo las creaciones de Gaudí reflejan no solo su profundo misticismo, sino también la agitación social que caracterizó a Barcelona en el siglo XIX.
En la Barcelona del siglo XIX, cuando la ciudad comenzaba a expandirse más allá de sus antiguos límites medievales, surgió una figura central: Antoni Gaudí. Su conexión con Eusebio Güell, un mecenas influyente, transformó no solo su carrera artística, sino también la arquitectura modernista catalana. Güell proporcionó la libertad financiera que permitió a Gaudí desarrollar ideas revolucionarias, como la innovadora estructura de la Sagrada Familia. Este proyecto, inicialmente concebido como un templo neogótico modesto, evolucionó bajo la visión de Gaudí hacia algo completamente único, utilizando técnicas experimentales para diseñar formas nunca vistas antes.
Bastante, autor de "El aprendiz de Gaudí", entrelaza ficción y realidad para narrar esta época. La novela mezcla personajes ficticios con figuras históricas reales, explorando temas como el movimiento obrero, los levantamientos sociales y el impacto de estos eventos en la arquitectura de Gaudí. Por ejemplo, tras el atentado al Liceu, Gaudí incluyó elementos simbólicos en la Fachada del Nacimiento de la Sagrada Familia, representando la lucha entre el bien y el mal en la sociedad barcelonesa.
La influencia de Gaudí trasciende lo estético. Su dedicación a mejorar las condiciones de vida de sus trabajadores mediante viviendas dignas y escuelas refleja su compromiso con la justicia social. Durante momentos críticos, como la Semana Trágica, Gaudí buscó ofrecer educación a los hijos de los pobres como medio para reducir las desigualdades sociales. Esta dimensión humanitaria de su obra es fundamental para comprender su legado.
Hoy en día, la Sagrada Familia enfrenta debates sobre su papel como ícono turístico global. Si bien genera ingresos significativos para proyectos sociales, también plantea preguntas sobre el acceso equitativo a este espacio sagrado. En opinión de Bastante, Gaudí probablemente habría abrazado cualquier recurso necesario para completar su obra maestra, incluso imaginando situaciones paralelas a la expulsión de mercaderes en el templo según los textos bíblicos.
Más allá de su genialidad artística, Gaudí dejó una huella indeleble en Barcelona, marcando una división clara entre la ciudad antigua y el Eixample moderno. Su obra sigue inspirando tanto admiración como reflexión sobre el equilibrio entre progreso urbano y responsabilidad social.