Manuel Lapique, quien estaba a punto de cumplir 71 años, era hijo del reconocido empresario Manuel Lapique Quiñones y de la vizcondesa Caritina Fernández de Liencres. Aunque prefería mantenerse alejado de los reflectores, fue una figura clave en el desarrollo de Marbella, convirtiéndola en uno de los destinos más codiciados de la Costa del Sol. Su éxito profesional no solo transformó la ciudad, sino que también dejó un legado duradero en el sector inmobiliario español.
Manuel siempre priorizó a su familia sobre todo. Estaba muy orgulloso de sus hijos, Manuel y Almudena, fruto de su matrimonio con Sofía Tassara, con quien mantenía una relación cordial pese a su separación. Su dedicación familiar quedó en evidencia cuando rompió su costumbre de evitar las cámaras para acompañar a su hija Almudena al Baile de Debutantes en París en 2015, un acto que demostró su amor incondicional por ella.
El impacto de Manuel Lapique en el crecimiento urbano de Marbella es indiscutible. Fue uno de los principales promotores del enclave, colaborando con socios como Judas Azuelos, dueño de hoteles emblemáticos como Guadalmina y Los Monteros. Gracias a su visión y liderazgo, Marbella se consolidó como un destino turístico de lujo, atrayendo a visitantes de todo el mundo. Su trabajo no solo benefició a la economía local, sino que también elevó el perfil internacional de la ciudad.
Manuel siempre se destacó por su capacidad para identificar oportunidades y convertirlas en proyectos exitosos. Su enfoque innovador y su compromiso con la excelencia fueron fundamentales para transformar zonas rurales en desarrollos urbanísticos modernos y atractivos. Además, su experiencia en el sector inmobiliario le permitió establecer alianzas estratégicas que impulsaron el crecimiento sostenible de la región.
Las pérdidas sufridas por la familia Lapique han sido devastadoras. Tras la muerte repentina de su marido y su hija, Cari Lapique ha encontrado consuelo en el apoyo de sus seres queridos, especialmente de su hermana Myriam Lapique, quien decidió instalarse con ella para brindarle compañía constante. La presencia de Manuel durante estos momentos difíciles fue crucial para mantener la fortaleza de la familia.
Ahora, ante la temprana partida de su hermano, Cari y Myriam se preparan para enfrentar otro duro golpe. Sin embargo, su unidad y solidaridad seguirán siendo el pilar que les ayude a superar esta nueva adversidad. El legado de Manuel, tanto en el ámbito personal como profesional, perdurará en cada miembro de la familia, recordándoles que incluso en los momentos más oscuros, el amor y la fuerza familiar pueden ser una luz guía.
A pesar de su bajo perfil público, Manuel Lapique dejó una huella indeleble en el mundo empresarial español. Su contribución al desarrollo de Marbella lo convirtió en una figura respetada dentro y fuera del país. Sin buscar reconocimiento ni fama, Manuel trabajó incansablemente para construir un futuro mejor, no solo para su familia, sino también para la comunidad que amaba.
Su pasión por la familia se reflejó en cada decisión que tomó, ya sea en su vida personal o profesional. Desde la fundación de su empresa inmobiliaria hasta su participación en eventos familiares, Manuel siempre actuó con integridad y responsabilidad. Su ejemplo de vida servirá como inspiración para generaciones futuras, recordándoles que el verdadero éxito se mide por el impacto positivo que se tiene en los demás.