El nombre "Marbella" se destacaba en las camisetas del Atlético de Madrid durante los años 1991-1993, 1994-1996 y la temporada 1998/99. Este patrocinio, respaldado por el controvertido presidente Jesús Gil y Gil, quien era simultáneamente alcalde de la ciudad costera, generó numerosas sospechas y controversias. La concejal socialista Isabel García Marcos fue una de las primeras en denunciar posibles irregularidades en los contratos de patrocinio entre el ayuntamiento y el club, lo que desató una investigación que cambiaría la historia del fútbol español.
Mientras tanto, la justicia comenzaba a moverse. El 14 de octubre de 1998, la Guardia Civil entró de manera simultánea en las oficinas del Vicente Calderón y en las del consistorio marbellí, buscando pruebas de desvío de fondos públicos hacia el equipo rojiblanco. Las sospechas eran serias, y el juez Santiago Torres ordenó la prisión provisional de Gil debido a indicios de trasvase de 450 millones de pesetas (2,7 millones de euros) desde el Ayuntamiento de Marbella hacia el Atlético de Madrid. Aunque Gil saldría bajo fianza, la condena final llegaría dos años después, cuando la Audiencia Provincial de Málaga lo inhabilitara por 28 años por prevaricación y tráfico de influencias.
La transformación del Atlético de Madrid fue tan dramática como la caída de Gil. Si en 1996 el equipo alcanzaba la cima con el doblete Liga y Copa, apenas cuatro años después, descendía a Segunda División. El mandatario, conocido por su estilo volcánico y sus decisiones radicales, dejó un legado de turbulencia en el club. Su gestión económica deficiente y su imprudente manejo de los recursos llevaron al Atlético a enfrentar serios problemas financieros y deportivos.
Por otro lado, el Atlético Marbella, controlado en la sombra por Gil, experimentó una trayectoria inversa. Tras cuatro años en Segunda División, el equipo encadenó dos descensos consecutivos que culminaron en su desaparición en 1997 debido a impagos a jugadores y mala gestión económica. No obstante, el club resurgió como Unión Deportiva Marbella y más tarde como Marbella Fútbol Club, aspirando a regresar al fútbol profesional bajo la propiedad de inversores extranjeros.
La historia del patrocinio de Marbella en el Atlético de Madrid es un testimonio de cómo las decisiones políticas pueden afectar profundamente el mundo del deporte. El caso Camisetas no solo terminó con la carrera política de Jesús Gil y Gil, sino que también dejó una huella indeleble en la estructura y la reputación del club rojiblanco. El impacto de esta controversia se extendió mucho más allá de los límites del campo de juego, involucrando a múltiples actores y organizaciones, y cambiando el curso de la historia del fútbol español.
En retrospectiva, el patrocinio de Marbella en la camiseta del Atlético de Madrid representa un punto de inflexión en la relación entre el deporte y la política, subrayando la importancia de la transparencia y la integridad en todos los niveles. La historia nos enseña que las acciones de unos pocos pueden tener repercusiones duraderas y significativas, y que la responsabilidad de aquellos en posiciones de poder debe ser siempre objeto de escrutinio público.