El reciente Mundial de Clubes fue escenario de una emotiva despedida para el Inter Miami y, en particular, para Lionel Messi. Tras la contundente derrota por 4-0 frente al Paris Saint-Germain, que significó su eliminación del torneo, el astro argentino, aunque silente ante los medios, fue el centro de conmovedores reencuentros en el túnel de vestuarios. Antiguos compañeros del conjunto parisino como Donnarumma, Kimpembe, Marquinhos, Achraf y Dembélé se acercaron para brindarle su afecto. Sin embargo, el momento más significativo fue, sin duda, el abrazo con Luis Enrique, su exentrenador en el Barcelona, con quien compartió glorias y desafíos.
Este encuentro, una década después de alcanzar el triplete con el FC Barcelona, reveló la profunda conexión entre ambos. Luis Enrique, visiblemente emocionado, comentó que el partido había sido “muy especial” por la oportunidad de volver a ver a personas con las que compartió tantos triunfos y adversidades. Además, Messi intercambió su camiseta con Achraf Hakimi, quien fue el más rápido en solicitarla, y posó para una fotografía con Dembélé, que el francés compartió en sus redes sociales, elogiando a Messi como el “mejor de todos los tiempos” y deseándole éxitos futuros con el Inter Miami. A pesar de sus esfuerzos por marcar un gol, incluyendo un cabezazo salvado por Donnarumma y un tiro libre que impactó en la barrera, Messi no logró perforar la red, pero se llevó el respeto y los elogios de compañeros y rivales.
El legado de Messi en el fútbol continúa brillando, atrayendo a miles de aficionados que, como señaló Mascherano, “siguen pagando una entrada para verlo” a sus 38 años. A pesar de la abultada derrota, la directiva del Inter Miami se mostró satisfecha con su participación en el Mundial de Clubes, destacando el impacto comercial y la gran afluencia de público, como los 65.000 espectadores que asistieron al partido contra el PSG en Atlanta. Este torneo, más allá de los resultados deportivos, reafirmó la capacidad de Messi para generar expectación y movilizar masas, consolidando su estatus como una leyenda viva del deporte. La experiencia, aunque con un desenlace desfavorable en el marcador, fue rica en emociones y reencuentros que trascendieron el ámbito puramente competitivo.
El fútbol, más allá de la competencia, es un espacio de humanidad, respeto y lazos que perduran. La forma en que Messi y sus excompañeros y entrenadores interactuaron, a pesar de estar en equipos rivales, nos recuerda que el deporte puede ser un vehículo para la camaradería y la admiración mutua. Estas conexiones demuestran que el verdadero éxito no solo reside en la victoria, sino también en el impacto positivo y las relaciones significativas que se construyen a lo largo de una carrera.