El evento más esperado del calendario social neoyorquino se celebró este año con una temática que honró profundamente las raíces culturales afroamericanas. Durante la noche, cientos de invitados disfrutaron de un banquete cuidadosamente diseñado para reflejar esta inspiración. El chef Kwane Onwuachi, conocido por sus restaurantes Tatiana y Dōgon, fue responsable de crear un menú exclusivo que combinaba sabores tradicionales con técnicas modernas. Desde temprano, los asistentes llegaron preparados para deleitar tanto su vestimenta como su paladar.

Los primeros momentos de la velada estuvieron marcados por un surtido de canapés que introdujeron a los comensales al viaje culinario que les esperaba. Entre estos platos destacaron creaciones típicas de la cocina sureña estadounidense y caribeña, adaptadas para satisfacer los estándares exquisitos de la gala. Megan Thee Stallion, quien actuó como crítica gastronómica informal, destacó especialmente los pancakes de maíz acompañados de pollo frito crujiente, un clásico que representa siglos de historia culinaria afroamericana. Otros bocadillos incluyeron sándwiches miniaturizados, pan de maíz con caviar y langosta envuelta en salsa de trufa blanca.

Para continuar con la experiencia, el plato fuerte llegó en forma de Pollo al Rey, una pieza magistral aliñada con limón y servida junto a arroz con gandules y kale cocido con tocino. Este menú resaltó el uso estratégico de especias, algo que Anna Wintour permitió dentro de ciertos límites establecidos previamente. Para cerrar con broche de oro, un brownie cósmico especial, cubierto con mousse de dona y azúcar glaseada, rindió homenaje a la esencia vibrante de la ciudad anfitriona. La simplicidad y creatividad detrás de estas recetas demuestran cómo la alta cocina puede ser accesible sin sacrificar autenticidad ni calidad.

Este evento no solo celebra la moda y el arte, sino también las riquezas culturales que nutren nuestra sociedad. Al elegir una temática tan significativa, la Gala Met reafirma su compromiso con la inclusión y el reconocimiento de historias que han moldeado el mundo contemporáneo. A través de la comida, los asistentes pudieron experimentar una conexión tangible con una herencia que merece ser valorada y compartida. En tiempos donde la diversidad sigue siendo crucial, iniciativas como esta nos recuerdan la importancia de celebrar nuestras diferencias mientras creamos puentes entre comunidades.