En el estado de Chihuahua, el reciente nombramiento de Adela Jiménez como magistrada del Tribunal Estatal Electoral ha generado debate y polémica. La presidenta estatal de Morena, Brighite Granados, declaró no tener conocimiento sobre posibles vínculos entre la nueva magistrada y el exgobernador Javier Corral. A pesar de las críticas desde la oposición, que señalan a Jiménez como parte del círculo cercano de Corral, Morena reiteró su desvinculación del proceso y destacó que fue el Senado quien tomó la decisión.
En un contexto político lleno de tensiones, el nombramiento de Adela Jiménez por mayoría senatorial ha sido tema de discusión en Chihuahua. Durante una rueda de prensa, Brighite Granados, líder del partido Morena en la entidad, enfatizó que su organización no tuvo participación directa en la selección de los candidatos para este cargo judicial. En lugar de ello, señaló que dicha responsabilidad recae exclusivamente en el Senado, cuya mayoría decidió aprobarla junto con otros 56 perfiles para tribunales electorales en todo México.
Las acusaciones contra Jiménez se centran en una grabación filtrada de 2018, donde supuestamente recibe instrucciones del ahora senador Javier Corral para influir en decisiones judiciales. Sin embargo, tanto ella como sus defensores han negado estas acusaciones, argumentando que la llamada fue manipulada y alterada. Este caso refleja cómo los procesos judiciales pueden ser objeto de especulaciones políticas, especialmente cuando involucran figuras prominentes.
Desde la oposición, varios actores políticos calificaron a Jiménez como una figura “corralista”, lo que añade más complejidad al escenario político local. Por su parte, Granados reiteró su respeto hacia las decisiones del Senado, aunque reconoció no estar completamente informada sobre todos los detalles del caso.
Este miércoles, el Senado dio luz verde a un total de 56 designaciones para tribunales electorales en 30 entidades federativas, incluyendo la mencionada magistrada en Chihuahua.
El caso pone en evidencia la importancia de garantizar transparencia y objetividad en los procesos de selección de cargos judiciales, así como la necesidad de evaluar cuidadosamente cualquier evidencia presentada en contra de los funcionarios públicos.
Desde una perspectiva periodística, esta situación subraya la importancia de equilibrar el poder legislativo y judicial para evitar conflictos de interés. Además, invita a reflexionar sobre cómo las percepciones públicas pueden afectar la credibilidad de las instituciones, incluso antes de que se comprueben todas las acusaciones. Es fundamental que tanto los legisladores como los jueces mantengan altos estándares éticos para preservar la confianza ciudadana en las estructuras democráticas.