Un hito en la historia de la National Gallery británica se alcanza con la apertura oficial del Ala Sainsbury como entrada principal. Este evento marca el desenlace de una extensa remodelación que transforma no solo la infraestructura, sino también la manera en que los visitantes experimentan el arte. La renovación es parte del programa NG200, un ambicioso proyecto que celebra los doscientos años de existencia de esta prestigiosa institución londinense.

El cambio más notable radica en la reorganización completa de las piezas expuestas al público. Por primera vez en veinticinco años, se ha revisado y redistribuido el patrimonio pictórico, lo que permite mostrar aproximadamente mil cien obras, representando casi el 40% de toda la colección. Los ajustes incluyen nuevas técnicas de iluminación y paletas de color cuidadosamente seleccionadas que potencian la percepción visual de las pinturas. Según Gabriele Finaldi, director de la galería, estas innovaciones subrayan la riqueza cromática de las obras, especialmente mediante fondos oscuros que realzan sus detalles.

El diseño del nuevo espacio fue encargado a Annabelle Selldorf, reconocida arquitecta alemana con base en Nueva York. Con un presupuesto de cien millones de euros, su intervención ha convertido el Ala Sainsbury en un lugar luminoso y acogedor, eliminando barreras físicas y conectando visualmente el interior con Trafalgar Square. Este avance responde a décadas de controversia sobre el diseño original del ala, criticado incluso por el entonces príncipe Carlos. Hoy, la renovación ha recibido el beneplácito del rey Carlos III, quien junto a la reina Camila inauguró recientemente el espacio.

La apertura del Ala Sainsbury simboliza cómo el arte puede reinventarse sin perder su esencia. Esta renovación invita a todos a redescubrir el legado cultural europeo desde perspectivas renovadas. Más allá de ser una simple actualización arquitectónica, este proyecto refleja el compromiso de la National Gallery con la excelencia y la accesibilidad cultural, demostrando que el progreso y la tradición pueden coexistir armoniosamente.