En un giro significativo en la política de defensa global, Rusia ha optado por cesar su compromiso unilateral de abstenerse del despliegue de misiles de corto y medio alcance. Esta determinación, que pone fin a una moratoria establecida en 2019 tras la retirada de Moscú del Tratado de Fuerzas Nucleares de Rango Intermedio (INF), refleja una escalada en las fricciones geopolíticas, especialmente con Occidente. El Kremlin enfatiza que esta acción se considera una respuesta a la percibida falta de reciprocidad en sus esfuerzos diplomáticos y a las actividades militares que considera desestabilizadoras por parte de Estados Unidos y la OTAN.
La decisión de Rusia marca un punto de inflexión en las relaciones internacionales de seguridad. Tras el abandono del Tratado INF en 2019, Moscú había mantenido una política de no desplegar misiles prohibidos por dicho acuerdo, siempre y cuando Washington hiciera lo mismo. Sin embargo, el Ministerio de Asuntos Exteriores ruso, a través de Serguei Lavrov en diciembre, ya había señalado la necesidad de responder a lo que denominó \"acciones desestabilizadoras\" por parte de Estados Unidos y la OTAN. El comunicado oficial actualiza esta postura, declarando que las condiciones para mantener la moratoria unilateral han desaparecido. Moscú justifica su medida citando el uso de misiles de alcance medio como los Typhon en Filipinas y los sistemas Himars en Australia durante ejercicios militares \"antirrusos\", así como el suministro de armamento similar a Ucrania para su uso contra la Federación Rusa. Estas acciones, según el Kremlin, demuestran que \"las iniciativas rusas no han sido correspondidas\", llevando a la necesidad de implementar \"medidas de respuesta\" basadas en un análisis detallado del despliegue occidental.
Paralelamente a esta importante modificación en su política de armamento, se observan cambios en la retórica del Kremlin respecto a la posibilidad de un diálogo de alto nivel con Ucrania. Dimitri Peskov, portavoz del presidente ruso, no ha descartado un encuentro entre Vladimir Putin y Volodimir Zelenski. No obstante, ha subrayado que tal reunión solo se concretaría si se cumplen ciertos prerrequisitos. Este cambio de tono se percibe como un intento de desescalar tensiones después de un período turbulento, marcado por recientes declaraciones de Donald Trump sobre el despliegue de submarinos nucleares en respuesta a una supuesta amenaza rusa, y un altercado en redes sociales con el expresidente ruso Dimitri Medvedev. A pesar de los incidentes, el Kremlin ha insistido en que \"en una guerra nuclear no puede haber vencedores\" y que no se considera en una \"escalada\" nuclear, reafirmando que la política exterior la define el presidente Putin. La visita programada del enviado estadounidense Steve Witkoff a Rusia, justo antes de una fecha límite impuesta por Trump para poner fin al conflicto en Ucrania, subraya la complejidad de la situación. Trump había advertido con sanciones y otras medidas si Rusia no cesaba sus operaciones militares para el 8 de agosto.
Este desarrollo subraya la persistente volatilidad en el panorama de la seguridad internacional. La decisión rusa de levantar la moratoria sobre sus misiles es una manifestación directa de las profundas desconfianzas y la competencia estratégica que caracterizan la actual coyuntura geopolítica. Las implicaciones de esta acción son de largo alcance, potencialmente conduciendo a una nueva carrera armamentística y exacerbando las tensiones existentes en diversas regiones. La comunidad internacional permanece atenta a las próximas reacciones de las potencias involucradas y al posible impacto en la estabilidad global, mientras se buscan vías para prevenir una mayor escalada en este delicado equilibrio de poder.