En el contexto de la angustia que generan las recientes grabaciones de rehenes, donde se percibe su debilitado estado, y antes de que el gobierno israelí considere una intensificación del conflicto, se ha fortalecido en Israel el clamor por el fin de las operaciones militares. Los impactantes vídeos, difundidos por grupos como Hamás y la Yihad Islámica desde los túneles de la Franja de Gaza, muestran el deterioro físico de individuos como Evyatar David y Rom Braslavski, lo que ha exacerbado la presión pública y política para una resolución.
Cientos de antiguos oficiales de inteligencia, ejército y diplomacia, se han unido para redactar una misiva dirigida a Donald Trump. Esta iniciativa se suma a otros llamados recientes, provenientes de diversos sectores de la sociedad israelí, que instan al Primer Ministro Benjamin Netanyahu a detener la ofensiva en el asediado territorio palestino. La unificación de estas voces, desde figuras de la izquierda hasta simpatizantes del sionismo religioso, subraya la transversalidad de la preocupación.
Los firmantes de la carta sostienen que, desde su perspectiva profesional, Hamás ya no representa una amenaza estratégica de envergadura para Israel. Argumentan que el Estado hebreo posee los medios necesarios para contener las capacidades residuales de Hamás, sin la necesidad de prolongar la ofensiva. La prioridad, insisten, debe ser la vida de los rehenes, ya que “nuestros secuestrados no pueden esperar”. Este posicionamiento destaca el desmantelamiento de la infraestructura militar y de gobierno de Hamás como un logro suficiente, contrastando con el costo humanitario y diplomático que ha generado el conflicto.
Entre los prominentes firmantes se encuentran exdirectores de agencias de inteligencia como el Mosad (Ephraim Halevi, Danny Yatom y Tamir Pardo) y el Shabak (Ami Ayalón, Nadav Argaman y Yoram Cohen), así como exjefes del ejército (Moshé Yaalon y Dan Jalutz). Su elección de dirigirse a Trump se basa en la percepción de que él es el único con la influencia necesaria para persuadir a Netanyahu. Consideran que el actual liderazgo israelí está fuertemente condicionado por facciones ultranacionalistas, y lamentan un cambio en la postura del Primer Ministro respecto a sus años de colaboración previa.
Ex altos mandos como Tamir Pardo, en un vídeo de acompañamiento a la carta, advierten sobre las consecuencias de prolongar la guerra sin objetivos diplomáticos claros, calificándolo de “derrota”. Ami Ayalón, por su parte, aunque reconoce la legitimidad del inicio del conflicto como defensa, critica que la continuidad de la ofensiva, tras alcanzar “una enorme victoria militar”, está llevando a Israel a un punto de no retorno, amenazando su seguridad e identidad. Nadav Argaman lamenta la creciente influencia de los sectores más radicales en las decisiones gubernamentales, enfatizando que “un ejército estático es un ejército vulnerable”.
Según los signatarios, la reciente operación militar no ha logrado sus objetivos declarados: el regreso de todos los rehenes y la aniquilación total de Hamás. Yoram Cohen destaca el elevado número de bajas y el limitado alcance de los logros, sumado al “costo internacional muy alto”. Cohen cuestiona la viabilidad de erradicar a cada combatiente y arma de Hamás mientras se intenta traer a los rehenes, calificándolo de “fantasía”. Subraya que esta petición no es política, sino una preocupación compartida por figuras de diversas ideologías.
A pesar del consenso entre los firmantes, existen voces disidentes dentro del círculo de exoficiales de seguridad. Meir Ben Shabat, exconsejero de Seguridad Nacional, sostiene que Israel no debe ceder. Argumenta que aceptar las exigencias de Hamás implicaría no alcanzar los objetivos de guerra, permitiendo al grupo recuperar su poder y extender su influencia, incluso en Cisjordania. Este debate refleja las profundas divisiones en el seno de la élite de seguridad israelí sobre la dirección estratégica del conflicto.
Tanto el gobierno israelí como la administración Trump atribuyen a Hamás el estancamiento de las negociaciones, alegando que la organización endureció sus demandas tras una supuesta “campaña de hambre” que generó presión internacional sobre Israel. Netanyahu ha convocado al gabinete de seguridad para definir los próximos pasos, reafirmando su compromiso con los tres objetivos primordiales: la derrota de Hamás, la liberación de los rehenes y la garantía de que Gaza no vuelva a ser una amenaza para Israel. El Primer Ministro enfatiza la necesidad de unidad para lograr estos propósitos, reflejando la complejidad y la tensión de la situación actual.