Un sismo de 4.4 grados de magnitud sacudió la localidad de Coyuca de Benítez, en el estado de Guerrero, durante la tarde del pasado 17 de mayo. Este movimiento telúrico ocurrió a las 19:42 horas y tuvo una profundidad de 26.6 kilómetros, según datos preliminares proporcionados por el Servicio Sismológico Nacional (SSN). Afortunadamente, no se han reportado daños ni pérdidas humanas hasta el momento. Sin embargo, este evento sirve como un recordatorio de la importancia de estar preparados ante posibles movimientos sísmicos más severos, dada la ubicación geográfica de México en una región altamente propensa a estos fenómenos.
En una tarde de primavera en el corazón de Guerrero, los habitantes de Coyuca de Benítez experimentaron un repentino temblor que duró varios segundos. El epicentro del sismo se localizó exactamente a 2 kilómetros al noroeste de la ciudad, con coordenadas específicas de 17.02 grados de latitud y -100.102 grados de longitud. Este tipo de eventos es relativamente común en México debido a su situación en una zona tectónica activa, donde colisionan varias placas continentales.
El sistema de alerta sísmica, gestionado por el Centro de Instrumentación y Registro Sísmico (Cires), cuenta con 96 sensores estratégicamente distribuidos desde Jalisco hasta Oaxaca. No obstante, su efectividad depende de factores como la proximidad del epicentro y la cobertura geográfica. En este caso particular, la alerta no se activó, ya que el movimiento no alcanzó los parámetros necesarios para generar dicha advertencia.
México ha sido testigo de algunos de los terremotos más devastadores de su historia, destacando el desastre de 1985 con una magnitud de 8.2 y el de 2017 que dejó cientos de víctimas fatales. Estos episodios históricos refuerzan la necesidad de mantener sistemas de monitoreo y respuesta rápidos, así como concienciar a la población sobre medidas preventivas.
Desde un punto de vista periodístico, este incidente subraya la importancia de comprender mejor los riesgos sísmicos que enfrentamos. La tecnología actual aún no puede predecir cuándo ocurrirá un terremoto, pero avances recientes permiten mitigar sus efectos mediante sistemas de alerta temprana y planes de contingencia eficaces. Como sociedad, debemos adoptar una postura proactiva frente a estas amenazas naturales, asegurándonos de que nuestras comunidades estén bien equipadas para responder ante cualquier eventualidad.