Situado en pleno corazón del barrio de Gros, este apartamento es una joya arquitectónica que combina la elegancia parisina con el encanto costero de San Sebastián. Este edificio de principios del siglo XX, con su fachada afrancesada y siete balcones que dan al mirador, ofrece una vista panorámica que inunda cada espacio de luz natural. Los propietarios, una pareja francesa, encontraron en este lugar una versión donostiarra de su ciudad natal, lo que los llevó a emprender una reforma integral para adaptar la vivienda a sus necesidades modernas.
El diseño interior fue confiado al talentoso estudio de Mikel Irastorza, quien logró crear una distribución abierta y fluida que maximiza el potencial del espacio. La nueva disposición integra salón, comedor y cocina en un área común que promueve la interacción social. La elección de colores neutros no solo resalta la iluminación natural, sino que también crea una sensación de continuidad entre los diferentes espacios. En contraste, la cocina se distingue con un toque de azul vibrante en la isla central, complementado por acabados metálicos en la encimera y lámparas de techo que añaden profundidad visual.
Más allá de las áreas sociales, el dormitorio principal y su vestidor integrado ofrecen un refugio personalizado. La pared del cabecero, decorada con papel pintado de paisajes asiáticos, establece un ambiente tranquilo y sofisticado. Las lámparas con fibras naturales y las mesitas de noche doradas contribuyen a un estilo ecléctico que se mantiene coherente con el resto de la casa. El vestidor abierto, realizado en nogal, no solo optimiza el espacio visualmente, sino que también refuerza el carácter abierto y acogedor del hogar.
En resumen, este proyecto de renovación demuestra cómo el respeto por la historia y la arquitectura original puede convivir con soluciones modernas y funcionales. Cada detalle, desde los materiales seleccionados hasta el mobiliario, refleja un equilibrio perfecto entre tradición y contemporaneidad. Este apartamento es un testimonio de cómo la creatividad y el buen gusto pueden transformar un espacio histórico en un hogar acogedor y lleno de vida, donde cada rincón cuenta una historia única.