El reconocido chef Elena Arzak ha decidido llevar la cocina tradicional a un nivel completamente nuevo. A través de una técnica innovadora, los chipirones adquieren un tono rojo vibrante gracias al jugo de remolacha, sin perder su textura característica ni su sabor distintivo. Este proceso no solo transforma visualmente el plato, sino que también introduce un dulzor que complementa perfectamente con el sabor salado del marisco. Además, esta técnica puede aplicarse a otros alimentos, abriendo nuevas posibilidades para experimentar con colores naturales.
Elena Arzak revela cómo logra este cambio impresionante en los chipirones mediante una combinación de liofilización y teñido natural. La clave está en eliminar el agua presente en la carne del chipirón antes de introducirlo en el jugo de remolacha. Esto permite que el color se fije de manera uniforme y brillante.
El procedimiento comienza con la deshidratación de los chipirones, ya sea utilizando un sistema de liofilización o secándolos lentamente en el horno a baja temperatura. Una vez eliminada la humedad interna, estos se sumergen en el jugo de remolacha, absorbiendo su color y sabor dulce como si fueran esponjas. Este método asegura que tanto la apariencia como el sabor final sean excepcionales, manteniendo intacta la firmeza natural del producto.
Más allá de los chipirones, esta técnica ofrece infinitas oportunidades para explorar el mundo de los colores naturales en la cocina. Desde pescados blancos hasta carnes y salsas, los ingredientes pueden adoptar nuevos tonos mediante el uso de productos como espirulina o zanahoria.
Arzak enfatiza que el color juega un papel crucial en la percepción del sabor. Al combinar elementos visuales llamativos con sabores equilibrados, se crea una experiencia culinaria completa que capta tanto la atención visual como el paladar. Por ejemplo, el azul proveniente de la espirulina podría dar vida a platos de pescado blanco, mientras que el anaranjado de la zanahoria puede iluminar carnes y guisos. Esta filosofía invita a los cocineros aficionados y profesionales a pensar en la presentación como parte integral del arte gastronómico, demostrando que incluso los platos más clásicos pueden renovarse con creatividad e imaginación.