El director Guillermo Galoe ha presentado en la Semana de la Crítica de Cannes su más reciente obra, una película titulada Ciudad sin sueño. Este largometraje no es solo un relato sobre la marginalidad y las tensiones generacionales en Cañada Real, el mayor asentamiento irregular de Europa, sino también una exploración profunda del concepto de límites. A través de los ojos de Toni, un adolescente de 15 años, se narra un enfrentamiento entre el deseo de sus padres por una nueva vida y la conexión ancestral de su abuelo con un estilo de vida libre pero difícil. La cinta combina elementos de ficción y realidad, construyendo un universo vibrante que navega entre lo tangible y lo simbólico.

Galoe describe su proceso creativo como un largo viaje de inmersión en la comunidad donde transcurre la historia. Más que simplemente observar, el cineasta optó por vivir junto a sus protagonistas hasta sentirse parte de ellos. “Cuando te aburres mientras compartes tiempo con ellos, sabes que has sido aceptado”, menciona en referencia a su método único de trabajo. Este enfoque le permite al espectador experimentar una narrativa genuina, alejada de estereotipos o juicios externos.

La trama gira en torno a Toni, quien enfrenta dilemas propios de su edad mezclados con decisiones familiares cruciales. Su abuelo, figura central del pasado, representa un modo de vida que resiste ser olvidado, mientras que sus padres aspiran a integrarse en una sociedad que parece rechazarlos. Paralelamente, un galgo y una deuda pendiente actúan como hilos conductores que entrelazan la memoria colectiva del barrio.

El director utiliza técnicas visuales innovadoras para romper las barreras tradicionales del cine documental y ficticio. En ciertos momentos, la pantalla se transforma en un caleidoscopio de colores, evocando no solo el dolor presente en estas vidas, sino también el anhelo de algo mejor. Este efecto visual remite a directores como Raya Martin y redefine cómo se puede contar una historia desde dentro.

Ciudad sin sueño invita al espectador a repensar qué significa cruzar un límite. Para Galoe, estos umbrales no son obstáculos ni divisiones; más bien, son portones hacia nuevas posibilidades. Al fusionar ficción y realidad, el filme crea una experiencia cinematográfica única que conecta emociones universales con realidades específicas. En última instancia, esta obra deja una pregunta en el aire: ¿qué tan lejos estamos dispuestos a ir para encontrar nuestra propia puerta hacia la dignidad?