La Feria de San Isidro llega a su última semana con una corrida altamente esperada, protagonizada por los toros de José Escolar enfrentados por tres destacados diestros. En esta ocasión, la atención se centra en Miguel de Pablo, cuya carrera está marcada por un incidente peculiar ocurrido durante su etapa como novillero. Este episodio involucra al famoso torero José Tomás, quien asistió a una novillada en Moralzarzal tras recuperarse de una grave cornada. Allí, Miguel brindó uno de sus novillos a José Tomás, logrando un triunfo que le permitió asegurar su participación en la siguiente feria. Sin embargo, meses después, Miguel incurrió en una acción prohibida al intentar colarse en una plaza para ver entrenar a su ídolo, lo que resultó en consecuencias inesperadas.
En septiembre de 2010, Miguel de Pablo vivió un momento decisivo en su carrera cuando salió a hombros de la plaza de toros cubierta de Moralzarzal. Ese día, sin saberlo, contó con un espectador ilustre: José Tomás, quien apenas cinco meses antes había estado al borde de la muerte tras una cornada en Aguascalientes. Miguel, consciente de la presencia del maestro, decidió dedicarle la muerte de uno de sus novillos. Este gesto no solo selló su éxito en aquella tarde sino que también le abrió las puertas para participar en la siguiente edición de la feria.
El contexto de aquel acontecimiento merece ser explorado más a fondo. La plaza de Moralzarzal, aunque pequeña, era testigo de momentos cruciales en la formación de jóvenes talentos taurinos. Para Miguel, brindarle un novillo a José Tomás fue más que un acto protocolar; fue una declaración de admiración y respeto hacia el torero que siempre había considerado su referente máximo. Su actuación ese día fue magistral, demostrando coraje y técnica ante un público exigente. La recompensa llegó rápidamente: su nombre quedó confirmado para la próxima temporada, consolidándose como uno de los novilleros más prometedores del momento.
Miguel de Pablo nunca imaginó que su deseo de ver entrenar a José Tomás en persona tendría repercusiones tan graves. Atraído por la proximidad de la plaza de Moralzarzal y su pasión por el arte del toreo, decidió arriesgarse a colarse en un entrenamiento exclusivo. Pese a sus precauciones, fue descubierto, lo que llevó a las autoridades locales a tomar medidas drásticas contra él. Esta experiencia marca un capítulo revelador sobre la ética y las normas dentro del mundo del toro.
El entrenamiento especial de José Tomás en Moralzarzal era conocido por su estricta privacidad. Nadie ajeno a su equipo estaba autorizado a asistir, una regla que Miguel decidió ignorar. Conocedor de los accesos a la plaza, encontró una forma de infiltrarse sin ser detectado inicialmente. Sin embargo, su presencia no pasó inadvertida por mucho tiempo. Después de observar el primer toro lidiado, sintió que alguien lo había identificado y optó por abandonar el lugar apresuradamente. Su sorpresa llegó cuando recibió una llamada del concejal de Festejos de Moralzarzal informándole que sería excluido de los carteles de la próxima feria debido a su transgresión. Este castigo ejemplar dejó una huella duradera en la carrera de Miguel, recordándole que incluso los sueños más anhelados deben perseguirse dentro de ciertos límites establecidos.