En un mundo donde las tendencias nupciales pueden ser repetitivas, algunas novias buscan destacar con diseños personalizados. Este es el caso de Mariló, quien decidió crear un vestido a medida para su boda en Baeza. Con la ayuda de Isabel Hervás, diseñadora local, logró una prenda que reflejaba su estilo y personalidad únicos. El proceso incluyó pruebas meticulosas y la elección de materiales específicos hasta alcanzar la perfección. Además, Mariló optó por dos vestidos distintos para diferentes momentos de la celebración, complementando su look con accesorios significativos y un peinado natural. La ceremonia se realizó en la Iglesia de la Santa Cruz, seguida de una fiesta en el Restaurante Vandelvira.
La decisión de Mariló de encargar un vestido a medida no fue solo para diferenciarse, sino también para expresar su individualidad. En lugar de seguir lo convencional, confió en Isabel Hervás, una diseñadora que ya había demostrado su habilidad en ocasiones anteriores. Las dos colaboraron estrechamente, explorando diversas opciones antes de llegar al diseño final. El vestido principal estaba elaborado en tweed con detalles bordados en plata, presentando una silueta recta y una cola imponente. Los puños, adornados con tul y flores de muselina, eran un toque artesanal que añadía singularidad.
El segundo vestido, elegido para la recepción, era completamente distinto pero igualmente elegante. Este tenía un corte lencero con tirantes finos y un escote pronunciado. La falda, cortada a la altura de la cadera, estaba hecha de satén y georgette, creando un efecto fluido y sofisticado. Mariló explicó que quería sentirse cómoda y auténtica durante su gran día, y estos vestidos le permitieron cumplir ese deseo.
Los complementos fueron igualmente pensados para resaltar sin sobrecargar. Un velo sencillo de tul de seda acompañaba el primer vestido, mientras que los pendientes de diamantes y oro blanco eran regalos familiares valiosos. El ramo, compuesto por eucalipto y flores blancas simples, complementaba perfectamente el estilo minimalista de Mariló. Para el maquillaje y el peinado, ella eligió looks naturales que realzaban sus rasgos sin cambiar su apariencia habitual.
La ceremonia tuvo lugar en la recién reabierta Iglesia de la Santa Cruz, un espacio que les resultó muy especial. La posterior celebración en el Restaurante Vandelvira fue organizada por ellos mismos, aunque contaron con la asistencia de una wedding planner para coordinar los detalles del día. Lo más memorable para Mariló fue ver a sus seres queridos esperándola en la plaza de la iglesia y compartir esos momentos únicos con su ahora esposo.
Mariló nos dejó un consejo invaluable para parejas futuras: mantener la calma y disfrutar cada instante, ya que ese día será irrepetible. Su experiencia demuestra que cuando se combina creatividad, planificación y un enfoque personal, se puede lograr una boda verdaderamente única y memorable.