Un fuerte cuestionamiento ha surgido tras las revelaciones sobre posibles manipulaciones en el proceso de selección de sedes para el Mundial 2030. El alcalde de Vigo, Abel Caballero, ha manifestado su indignación y exigió transparencia ante un supuesto cambio injustificado que marginó a la ciudad gallega. Según sus declaraciones, inicialmente el comité técnico evaluador había colocado a Vigo entre las opciones viables. Sin embargo, una modificación repentina en los criterios dejó a Balaídos fuera del mapa mundialista.

El líder municipal denuncia falta de claridad en el procedimiento seguido por la Federación Española. En entrevistas recientes, planteó preguntas fundamentales sobre quién tomó la decisión, bajo qué argumentos y dónde se llevaron a cabo dichas deliberaciones. Además, sugirió que este desenlace podría estar vinculado a motivaciones políticas locales, mencionando antecedentes personales del presidente de la Federación con autoridades regionales. Paralelamente, desde el Consejo Superior de Deportes (CSD), se abogó por expandir el número de ciudades anfitrionas, lo cual permitiría reconsiderar la inclusión de localidades como Vigo.

En este contexto, donde las instituciones deportivas mantienen posturas reservadas, surge una llamada a la unidad y al diálogo constructivo para resolver controversias futuras. La exclusión de Vigo evidencia la necesidad de sistemas más transparentes y equitativos en la toma de decisiones relacionadas con eventos internacionales. Este caso refleja cómo la colaboración entre entidades públicas y privadas puede fortalecer propuestas nacionales, promoviendo valores de justicia e integridad que beneficien a todos los involucrados.