Jaime Rosales, director nacido en Barcelona, presenta su nueva obra que rompe con las convenciones tradicionales. Esta vez, la película titulada Morlaix explora los matices del amor a través de dos etapas distintas de la vida. La narrativa se entrelaza entre un romance juvenil y otro más maduro, mostrando cómo las experiencias tempranas influyen en las relaciones posteriores. El film utiliza diversos formatos visuales, desde panorámicas abiertas hasta tomas claustrofóbicas, creando una experiencia cinematográfica única. La elección de rodar en francés añade un elemento exótico y permite al director explorar nuevas culturas.

La estrategia de exhibición de Morlaix busca conectar con un público más amplio y diverso. Antes de llegar a las salas comerciales, la película ha recorrido museos, universidades y centros de arte, acercándose a quienes normalmente no frecuentan las salas de cine. Este enfoque innovador responde a la necesidad de atraer a un nuevo público, especialmente a los jóvenes, quienes han dejado de interesarse por el cine de autor. Rosales considera fundamental buscar nuevos canales de comunicación para llegar a estos espectadores, incluyendo la participación de influencers en discusiones sobre la película.

El cine atraviesa una crisis de homogeneidad, donde abundan producciones similares que tratan temas políticos y socioculturales de manera repetitiva. Esto genera desinterés entre los espectadores, quienes buscan historias frescas y originales. Rosales enfatiza la importancia de abordar temas universales como los conflictos humanos, la envidia o la codicia, elementos que han sido marginados en favor de una agenda dominante. Su objetivo es revivir el espíritu crítico del cine, ofreciendo narrativas que resonen con audiencias de todas las edades. Con Morlaix, Rosales demuestra que el cine puede ser tanto una forma de expresión artística como un medio para explorar profundamente la condición humana.