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Badajoz bajo el implacable abrazo del calor: una ciudad al límite
2025-08-05

La ciudad de Badajoz, en la región de Extremadura, se ha visto asediada por una ola de calor excepcional durante el inicio de agosto. Las temperaturas han rebasado los 43 grados Celsius, consolidando a la capital pacense como uno de los puntos más calurosos de España. Esta situación ha transformado la rutina diaria de sus habitantes, con efectos palpables en la actividad urbana, la demanda de servicios públicos y la seguridad. El desafío climático ha llevado a las autoridades y ciudadanos a buscar estrategias de adaptación y resiliencia frente a un verano cada vez más abrasador.

Badajoz: Un Desafío Bajo el Sol Ardiente del Verano

Durante la primera semana de agosto de 2025, la ciudad de Badajoz, con sus 150.570 habitantes, se ha convertido en el epicentro del calor en España. El domingo anterior, la capital pacense registró una asombrosa temperatura de 43,4 grados Celsius, superando a otras localidades españolas como Montoro, Mérida, Bailén, Fuentes de Andalucía y Almadén, todas con registros superiores a los 42 grados. Esta segunda ola de calor del verano ha impuesto condiciones extremas en la región.

La vida en la ciudad ha experimentado una notable desaceleración. Las calles, usualmente bulliciosas, ahora presentan una menor afluencia de vehículos, facilitando incluso el estacionamiento en el centro. Aunque gran parte de la población se encuentra de vacaciones, las actividades esenciales continúan, con obras de construcción buscando acelerar su ritmo. Los sindicatos han solicitado extender la jornada laboral reducida, establecida entre el 14 de julio y el 14 de agosto, a todo el período estival, citando los 44,9 grados alcanzados el 29 de junio en Alconchel y los 44,5 grados en Mérida.

La gravedad de la situación se ha hecho sentir con trágicas consecuencias. Tras activarse la alerta naranja en casi toda la región, se confirmó el fallecimiento de una persona de 85 años en el Hospital Perpetuo Socorro de Badajoz debido a las altas temperaturas, marcando la segunda víctima mortal por calor en Extremadura este verano, después de un varón de 67 años en Plasencia en julio.

A pesar de las condiciones adversas, la vida en la ciudad no se detiene por completo. El Ayuntamiento celebró su último pleno municipal del curso político, concluyendo antes del mediodía. En las calles, algunos residentes aún se atreven a pasear o disfrutar de un café en las terrazas, mientras que un número reducido de turistas, como el matrimonio de Paula y Ricardo con su hijo Diego, intentan explorar la imponente Alcazaba Árabe, la principal joya monumental de Badajoz. "Hemos cambiado la playa por el turismo de interior, aunque sea un fuego abrasador", comenta Paula, reflejando el espíritu aventurero a pesar del calor sofocante.

Cerca de la Alcazaba, un grupo de jóvenes universitarios, incluyendo a Álvaro, Elsa, Atenea, Roberto y Francisco, participan en una gymkana como parte de su curso para monitores de ocio. Con mapas y botellas de agua en mano, buscan respiro en la escasa sombra de un banco. "No podemos más, aquí no se puede ni respirar, es insoportable", expresan, evidenciando el agotamiento físico provocado por las altas temperaturas.

La piscina municipal de La Granadilla ha visto un incremento del 20% en el número de visitantes, alcanzando las 604 personas, una cifra inusual para agosto. José Manuel Pérez, coordinador municipal del área, anticipa que si las temperaturas persisten, podrían superar las mil visitas diarias. El personal de la piscina, incluyendo socorristas y enfermeros, se prepara para el aumento de la demanda.

En un frente preocupante, un pirómano aún no identificado ha causado hasta nueve incendios de pastos en los alrededores de la ciudad, afectando más de 500 hectáreas en zonas como Sancha Brava y la carretera de Olivenza. Jerónimo Hernández, suboficial de bomberos de Badajoz, señala que los fuegos han sido intensos y han contribuido a elevar aún más las temperaturas. Ante esto, los bomberos han iniciado cursos para prevenir síncopes por calor, tanto para su personal como para los ciudadanos que asistan. La Policía Local, por su parte, ha implementado un convenio que prohíbe el uso de motocicletas y patrullas a pie cuando las temperaturas superan los 35 grados, optando por vehículos con aire acondicionado para garantizar la eficacia del servicio.

Al mediodía, Badajoz se sume en un silencio casi absoluto, las máquinas de construcción se detienen. Incluso turistas desprevenidos, como Marcia y su hija Eduarda de Brasil, se rinden ante el implacable calor. "En Brasil también hace calor, pero es diferente...", dice Marcia, mientras su hija se apresura de regreso al hotel, confirmando que a esas horas, el turismo y casi cualquier actividad en Badajoz se vuelven inviables.

Este episodio de calor extremo en Badajoz nos invita a reflexionar sobre la creciente intensidad de los fenómenos climáticos y su impacto directo en la vida humana. Como periodista, es evidente que estas olas de calor ya no son eventos aislados, sino una manifestación recurrente del cambio climático. La narrativa de la ciudad, de sus ciudadanos y de los servicios de emergencia, es un testimonio contundente de la necesidad urgente de adaptar nuestras infraestructuras, nuestras políticas públicas y nuestros hábitos diarios. La resiliencia de los pacenses, aunque admirable, no debe ser el único pilar. Es crucial invertir en soluciones sostenibles, promover la concienciación ciudadana y desarrollar planes de contingencia más robustos para proteger a la población y el medio ambiente. Este relato es un llamado de atención para comprender que la lucha contra el calor extremo es una prioridad global que exige acciones locales inmediatas y coordinadas.

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