La prolongada confrontación en Ucrania ha impuesto una carga sin precedentes en las capacidades militares de Rusia, particularmente en sus recursos blindados. La magnitud de las pérdidas ha forzado un cambio fundamental en la doctrina de combate de Moscú, alejándose de las operaciones a gran escala con vehículos pesados hacia enfoques más ágiles y descentralizados. Esta adaptación, aunque muestra cierta eficacia en el avance territorial, subraya las crecientes limitaciones en el arsenal tradicional ruso. La dependencia de naciones aliadas para sostener su esfuerzo bélico es un claro indicador de las profundas repercusiones que el conflicto ha tenido en su infraestructura militar y logística.
Además, la escasez de equipos modernos ha llevado a Rusia a reactivar material militar obsoleto de la era soviética, evidenciando la desesperación por mantener su presencia en el campo de batalla. Esta situación no solo afecta la calidad y la eficiencia de sus operaciones, sino que también plantea interrogantes sobre la sostenibilidad a largo plazo de su ofensiva. La narrativa dominante ahora se centra en la capacidad de Rusia para innovar y adaptarse en un entorno de combate dinámico, mientras se enfrenta al desafío de reponer un inventario de equipos que se agota a un ritmo alarmante.
El conflicto en Ucrania, próximo a cumplir cuatro años, ha mermado drásticamente las existencias de vehículos blindados de Rusia, forzando un viraje en su planteamiento militar. Los análisis indican una pérdida de más de 13,000 blindados, con aproximadamente 4,000 carros de combate destruidos, cifra que supera con creces las bajas registradas en grandes conflictos históricos. Este desgaste ha mermado la habilidad de Moscú para llevar a cabo ofensivas de gran envergadura con formaciones acorazadas, obligándola a buscar soluciones alternativas para mantener su capacidad operativa en el frente.
La devastadora tasa de desgaste de vehículos blindados ha forzado a Rusia a reevaluar su estrategia militar. Inicialmente, las fuerzas rusas dependían en gran medida de asaltos masivos con tanques y vehículos de infantería, pero las pérdidas sostenidas han llevado a un cambio hacia tácticas más cautelosas y diversificadas. Las imágenes satelitales confirman la disminución de los depósitos de tanques, lo que ha empujado a Rusia a desplegar modelos más antiguos y menos eficientes, como los T-72 Ural e incluso los obsoletos T-62 y T-55. Esta situación ha generado una dependencia creciente de la fabricación anual de apenas 300 unidades de su modelo más avanzado, el T-90, cifra insuficiente para compensar las enormes bajas. Además, el apoyo de aliados como Corea del Norte, que suministra una parte significativa de la munición de artillería, es vital para mantener la actividad en el frente, aunque no soluciona la escasez de vehículos pesados.
Ante la menguante disponibilidad de carros de combate, el ejército ruso ha adoptado nuevas metodologías de ataque en Ucrania. La dependencia de drones se ha intensificado para la localización de objetivos y ataques kamikaze, complementando los asaltos terrestres. Estas nuevas tácticas, que incluyen el uso de vehículos más ligeros como motocicletas o incluso el avance a pie, buscan explotar las vulnerabilidades en las defensas ucranianas, demostrando la adaptabilidad rusa frente a la escasez de sus recursos acorazados y marcando un cambio notable en la naturaleza del conflicto.
En respuesta a la severa pérdida de sus carros de combate, el ejército ruso ha modificado sus métodos operativos, optando por tácticas menos dependientes de grandes formaciones blindadas. Ahora, la guerra se caracteriza por el uso intensivo de drones para reconocimiento y ataques kamikaze, junto con asaltos terrestres que involucran motocicletas, carritos de golf o incluso unidades de infantería a pie. Aunque estas tácticas han permitido a Rusia lograr avances en ciertas zonas, su efectividad reside en la sorpresa y la capacidad de penetración en las líneas defensivas ucranianas, más que en el poder de fuego blindado tradicional. La escasez ha llevado a un único asalto blindado significativo en el Donbás en el último mes, el cual fue rápidamente neutralizado por drones y artillería, subrayando la vulnerabilidad de los tanques ante las nuevas tecnologías bélicas. En esencia, la era del dominio del carro de combate está experimentando una rápida transformación en este conflicto.