La icónica cadena de pastelerías Embassy, un baluarte de la tradición gastronómica madrileña, ha confirmado su cierre definitivo, un hecho que ha sacudido a la comunidad y a sus 50 empleados. Esta decisión se produce tras meses de incertidumbre y esfuerzos fallidos por parte de la dirección para encontrar una solución que permitiera la continuidad del negocio. El fin de esta era se atribuye a una combinación de factores económicos adversos y, según los trabajadores, a una gestión empresarial que ha deteriorado la relación laboral y la viabilidad de la compañía.
La desaparición de Embassy no es solo la clausura de un negocio, sino el cierre de un capítulo en la historia social y cultural de Madrid. Los empleados, quienes han sufrido las consecuencias de esta situación, expresan un profundo dolor y frustración, no solo por la pérdida de sus puestos de trabajo, sino por la forma en que se ha manejado el proceso. Sus testimonios revelan una situación precaria marcada por impagos y despidos abruptos, lo que subraya la urgencia de abordar las implicaciones sociales y económicas de tales cierres empresariales. Este evento sirve como un recordatorio sombrío de los desafíos que enfrentan las empresas tradicionales en el actual panorama económico.
\nLa emblemática cadena de pastelerías Embassy, fundada en Madrid en 1931, ha sellado su destino con un cierre irreversible. Lo que inicialmente se planteó como una clausura temporal en marzo, con la esperanza de una futura reapertura, se ha transformado en una despedida definitiva para sus seis establecimientos y sus 50 trabajadores. Este desenlace se atribuye a la incapacidad de los propietarios para asegurar la financiación necesaria, frente a un aumento significativo en los costos laborales, de materias primas y energéticos, y la imposibilidad de recuperar los niveles de ventas previos a la pandemia. La empresa ya había sufrido un golpe importante en 2017 con el cierre de su local en Paseo de la Castellana, un punto de inflexión del que nunca logró recuperarse completamente.
\nLa noticia del cierre de Embassy resuena profundamente en el corazón de Madrid, marcando el fin de una era para muchos. Esta pastelería no era solo un lugar para disfrutar de dulces y emparedados; era un espacio con historia, un punto de encuentro que incluso sirvió como refugio para espías durante la Segunda Guerra Mundial, emulando la atmósfera del Rick's en 'Casablanca'. La desaparición de esta institución se debe a una acumulación de desafíos económicos y, según el sentir de sus empleados, a decisiones de gestión que no supieron mantener la esencia y el legado de la marca. La incapacidad de adaptarse a los nuevos tiempos, sumada a la presión de los costos operativos y una disminución en la clientela, han llevado a este triste final, privando a los madrileños de un establecimiento que formaba parte intrínseca de su identidad.
\nLos trabajadores de Embassy han sido los principales afectados por esta debacle, enfrentándose no solo a la pérdida de sus empleos, sino también a prolongados impagos de salarios desde marzo. Relatan un deterioro progresivo en sus condiciones laborales, con abonos incompletos y fraccionados, y la falta de las pagas extraordinarias. Esta situación ha generado un profundo malestar y ha impulsado a varios empleados a llevar el caso a los tribunales, inicialmente por los salarios adeudados y ahora por despido improcedente. Expresan su decepción y frustración con la dirección actual, a la que acusan de una mala gestión que ha llevado al colapso de la empresa, desmereciendo el esfuerzo de años de dedicación de la plantilla, incluso de aquellos con más de 30 años de antigüedad en la pastelería.
\nLa difícil situación de los empleados de Embassy va más allá de la mera pérdida de un puesto de trabajo; se trata de una profunda herida emocional y económica. La plantilla, que en algunos casos ha dedicado décadas de su vida a la pastelería, se siente traicionada por la dirección de la empresa. Atribuyen el declive y posterior cierre a las malas decisiones de los últimos herederos y del actual propietario, Manuel Canalejas, quienes, según ellos, priorizaron la reducción de costos y la expansión desmedida sin una base sólida de ventas. Esta estrategia, lejos de revitalizar el negocio, lo condujo a una espiral descendente. La falta de transparencia y la gestión inadecuada en el proceso de cierre y despido han exacerbado el resentimiento de los trabajadores, quienes ahora buscan justicia a través de acciones legales, esperando una compensación por el trato recibido y los salarios impagados.