En un panorama desafiante marcado por la presión económica, el escepticismo público y los avances tecnológicos, destacados defensores de la audiencia se reunieron en Madrid para abordar las crisis que enfrenta el periodismo moderno. La cita coincidió con el 40º aniversario de la figura del Defensor del Lector en EL PAÍS. Durante tres días, profesionales de todo el mundo discutieron sobre cómo fortalecer la confianza pública y adaptarse a nuevas realidades informativas.
Entre los temas centrales surgieron preocupaciones sobre la financiación de medios públicos en Estados Unidos, la necesidad de alfabetización mediática desde edades tempranas y la importancia de trasladar estándares éticos a nuevos formatos digitales. Expertos como Kelly McBride y Amanda Barret ofrecieron perspectivas clave sobre cómo mantener la viabilidad de los medios públicos y recuperar la confianza perdida entre el público.
La reunión anual de la ONO puso de manifiesto la urgente necesidad de reconectar con las comunidades a las que sirven los medios de comunicación. Enfrentando recortes presupuestarios y creciente polarización, representantes de organizaciones internacionales compartieron estrategias para fortalecer la relación con sus audiencias. Se destacó la importancia de enfocarse en historias locales y humanas que reflejen verdaderamente las preocupaciones de las comunidades.
Un ejemplo significativo proviene de Kelly McBride, quien defendió un enfoque periodístico basado en la profundidad y la conexión comunitaria. Su postura subraya que el éxito no radica únicamente en informar sobre acciones gubernamentales, sino en iluminar cómo estas impactan directamente a las personas. Este enfoque exige una inversión significativa de tiempo y recursos en verificar fuentes y contextualizar información. Asimismo, Amanda Barret resaltó la necesidad de transparentar los procesos editoriales, permitiendo al público comprender mejor el riguroso trabajo detrás de cada noticia. Estas prácticas buscan no solo informar, sino también educar a los ciudadanos para que sean consumidores más críticos y conscientes de la información.
Ante la irrupción de nuevas tecnologías y plataformas digitales, los participantes acordaron la necesidad imperiosa de adaptar los principios fundamentales del periodismo a estos entornos emergentes. El reto consiste en encontrar formas efectivas de aplicar estándares éticos tradicionales a formatos más breves y dinámicos que caracterizan la era digital actual. Esta transición implica no solo ajustar métodos de presentación, sino también reconsiderar cómo interactúan los periodistas con su audiencia en línea.
Gia Thom planteó que el futuro del periodismo pasa por colaborar con creadores de contenido digital que compartan valores similares de integridad y precisión. Eduardo Suárez complementó esta visión señalando la oportunidad de llegar a audiencias más amplias mediante plataformas accesibles y familiares para las nuevas generaciones. Al mismo tiempo, Adeline Hulin instó a incorporar programas de alfabetización mediática desde edades tempranas, equipando a los jóvenes con herramientas críticas para navegar por un paisaje informativo complejo y fragmentado. Estas iniciativas buscan crear un ecosistema digital más saludable donde la calidad informativa pueda coexistir con la innovación tecnológica.