El reconocimiento temprano de signos asociados al asma es crucial para una intervención oportuna. En etapas tempranas, los niños pueden presentar dificultades respiratorias que van desde un ritmo acelerado hasta movimientos excesivos del abdomen durante la inhalación. Estos síntomas son especialmente preocupantes en bebés que no pueden comunicar verbalmente su incomodidad.
Un aspecto importante mencionado por especialistas es el uso de músculos accesorios en la respiración, lo cual genera una visibilidad marcada en las costillas y tensión en el cuello. En situaciones extremas, la falta de oxígeno puede manifestarse a través de cambios en el color de la piel, tornándose azulada o morada.
En caso de una crisis asmática, la calma debe ser el primer paso tanto para el adulto como para el niño afectado. La Dra. María López, neumóloga pediátrica destacada, enfatiza la importancia de verificar que no existan cuerpos extraños obstruyendo la vía respiratoria. Esta acción inicial asegura que cualquier tratamiento posterior sea efectivo.
Una vez confirmada la libertad de las vías aéreas, se recomienda colocar al menor en una posición sentada o semisentada. Este ajuste facilita la entrada de aire hacia los pulmones. Además, el uso de broncodilatadores rápidos puede proporcionar alivio inmediato, aunque su aplicación dependerá de la edad y estado del paciente.
Prevenir las crisis asmáticas implica un compromiso diario con el tratamiento prescrito por el médico. Aunque el niño pueda parecer completamente saludable, interrumpir el uso de medicamentos sin consulta previa puede llevar a recaídas graves. Por ello, contar siempre con inhaladores disponibles en casa y en el entorno escolar es vital.
Otro factor clave es la gestión de desencadenantes comunes, como infecciones respiratorias, exposición a alérgenos o humo de tabaco. Las vacunas juegan un papel central en este contexto, ya que protegen contra enfermedades que podrían empeorar el asma. También se sugiere mantener un ambiente limpio y ventilado, evitando contacto con polvo, polen u otros agentes irritantes.
El tratamiento del asma infantil varía según la severidad del caso, pero los inhaladores constituyen su base principal. Para pacientes con asma intermitente, los broncodilatadores de acción rápida pueden ser suficientes cuando aparecen síntomas específicos. Sin embargo, en muchos casos, se requiere el uso continuo de corticoides inhalados combinados con broncodilatadores de acción prolongada.
En ciertas circunstancias, se incorporan tratamientos orales como inhibidores de leucotrienos para controlar mejor la inflamación. Lo fundamental es seguir estrictamente las indicaciones médicas y evitar cualquier intento de automedicación. Ante dudas sobre efectos secundarios o tolerancia, lo ideal es consultar al profesional responsable del cuidado del niño.