Con su última obra, "La trama fenicia", el cineasta Wes Anderson lleva al extremo su estilo único y reconocible. La película, que debutó en Cannes con gran expectación, explora un universo laberíntico lleno de personajes extravagantes e historias entrelazadas. En esta ocasión, Anderson nos presenta a Zsa-Zsa Korda (interpretado por Benicio del Toro), un magnate inspirado en figuras históricas como Calouste Gulbenkian. A través de una narrativa fragmentada, similar a un rompecabezas, la cinta combina aventuras globales con reflexiones sobre legados familiares y el impacto del capitalismo.
En una atmósfera vibrante y cargada de simbolismos, "La trama fenicia" se desarrolla en escenarios exóticos donde espías, agentes dobles y eventos caóticos convergen. El viaje comienza cuando Korda decide transmitir su legado a su hija monja (Mia Threapleton) mediante cajas de zapatos que representan cada uno de sus proyectos en marcha. Este dispositivo narrativo, según Anderson, está inspirado en una conversación real entre su suegro y su esposa.
Bill Murray interpreta a una figura divina que guía al protagonista hacia reflexiones más profundas sobre la eternidad y el orden del mundo. Las actuaciones estelares incluyen a Michael Cera, Tom Hanks y Bryan Cranston, quienes dan vida a momentos memorables dentro de este universo ficticio pero sorprendentemente real. La película también aborda críticamente los efectos del capitalismo contemporáneo mientras mantiene un tono ligero y divertido.
Desde bodas extravagantes hasta partidos de baloncesto épicos, cada escena está meticulosamente diseñada para reflejar tanto el interior como el exterior de sus personajes. Al finalizar, los créditos presentan una colección de obras maestras pictóricas que aparecen a lo largo de la historia, reforzando la conexión entre arte y vida que caracteriza al cine de Anderson.
Desde una perspectiva crítica, "La trama fenicia" demuestra cómo incluso en mundos aparentemente perfectos y ordenados, subyace un caos inherente. Esta dualidad invita al espectador a reflexionar sobre la naturaleza humana y nuestras aspiraciones hacia un sentido mayor. Wes Anderson no solo ha creado una celebración visual y narrativa, sino que también ha planteado preguntas fundamentales sobre quiénes somos y hacia dónde vamos en este complejo rompecabezas llamado vida.