El 8 de octubre de 2017 marcó un hito en la historia contemporánea española cuando el escritor peruano Mario Vargas Llosa pronunció un discurso histórico en Barcelona, durante una manifestación contra el golpe separatista catalán. Este evento no solo reunió a miles de ciudadanos defensores de la unidad constitucional, sino que también destacó las virtudes cívicas fundamentales del intelectual: compromiso con la libertad, igualdad y fraternidad. A través de su intervención, Vargas Llosa logró canalizar la frustración acumulada por años de marginación política y cultural hacia un mensaje constructivo que abogaba por una Cataluña tolerante e integradora dentro del marco democrático español.
En la mañana del martes 3 de octubre de 2017, Cayetana Álvarez de Toledo, diputada y periodista, contactó urgentemente al ilustre autor para invitarlo a participar en dicha movilización. A pesar de tener compromisos previos, como recibir un prestigioso premio en Moscú, Vargas Llosa aceptó sin dudarlo. Su decisión reflejó no solo un acto de solidaridad personal, sino también un profundo convencimiento sobre la importancia de defender los valores universales frente a los discursos divisivos del nacionalismo extremo.
El viaje en tren desde Madrid hasta Barcelona permitió a Vargas Llosa prepararse meticulosamente para su intervención. Durante el trayecto, se le observó leyendo y memorizando sus notas con detenimiento, demostrando una vez más su profesionalismo y dedicación. Al llegar a destino, su discurso resonó como un llamado a la razón y la concordia entre todos los sectores sociales. Sin caer en populismos ni demagogias, Vargas Llosa habló directamente al corazón de quienes deseaban preservar una sociedad inclusiva basada en principios comunes.
Entre los asistentes al acto estaban representantes de diversas ideologías políticas, incluidas figuras de izquierda comprometidas con la igualdad ante la ley. Esto evidenciaba cómo el mensaje universal de Vargas Llosa trascendía barreras partidarias, ofreciendo un puente hacia el entendimiento mutuo. Su visión extendida más allá de España incluía una crítica implacable al racismo identitario y al populismo global, defendiendo siempre el papel esencial de la democracia en la construcción de sociedades justas.
Aunque su partida física dejó un vacío imposible de llenar, el legado de Mario Vargas Llosa sigue siendo una fuente inagotable de inspiración. Su optimismo y su fe inquebrantable en los principios liberales y democráticos permanecen vigentes, recordándonos que incluso en tiempos de crisis, el coraje y la cordialidad pueden guiar nuestras acciones colectivas hacia un futuro mejor. Su ejemplo nos invita a continuar adelante, asegurando que las luces de la razón y la hermandad nunca se apaguen en nuestra memoria común.