El renombrado escritor peruano Mario Vargas Llosa falleció a los 89 años en Lima. A pedido expreso suyo, su familia ha decidido llevar a cabo una despedida privada sin ceremonias públicas. Sus restos serán incinerados conforme a su voluntad. Durante sus últimos días, el autor estuvo rodeado de sus seres queridos celebrando su cumpleaños número 89 en Lima, ciudad que inspiró gran parte de su obra literaria.
La vida y la última voluntad de Vargas Llosa reflejan su personalidad discreta y su apego a lo familiar. En lugar de ceremonias oficiales, sus hijos han comunicado su intención de honrar su memoria en un ambiente íntimo junto a amigos cercanos. Este enfoque resalta el deseo del escritor de mantenerse alejado de los reflectores incluso en su despedida final.
En cumplimiento con los deseos del escritor, sus hijos han anunciado que no habrá ceremonias públicas ni actos oficiales para despedirlo. Esta decisión busca preservar la intimidad necesaria para honrar su memoria en un entorno familiar.
Álvaro Vargas Llosa, acompañado por sus hermanos, compartió este mensaje en las redes sociales destacando el compromiso de la familia con el último voluntad del autor. Expresaron su deseo de tener el espacio y la privacidad adecuados para despedirse de manera digna. La incineración de sus restos representa el cierre de un ciclo vital marcado por la sencillez y el respeto hacia sus principios personales. Esta elección refleja la modestia que caracterizó al escritor durante su trayectoria profesional.
Antes de su partida, Vargas Llosa disfrutó de momentos especiales en Lima, donde pasó su cumpleaños número 89 rodeado de sus seres queridos. Estas celebraciones capturadas en fotografías compartidas por su hijo muestran al escritor acompañado por su esposa y tres hijos.
El autor aprovechó su estadía en Lima para recorrer lugares emblemáticos que inspiraron su vasta obra literaria. Estas visitas sirvieron como un homenaje silencioso a su patrimonio cultural y artístico. Las imágenes difundidas revelan un panorama íntimo de sus últimos días, marcados por encuentros familiares y conexiones personales. Su decisión de pasar estos momentos en Lima, lejos de la agitación pública, subraya su conexión emocional con la ciudad que moldeó su visión creativa. Este período final se convierte así en un testimonio vivo de su amor por la literatura y su aprecio por las relaciones humanas más genuinas.