La reciente creación cinematográfica de Celine Song, titulada “Materialistas”, se sumerge con agudeza en las complejidades de las relaciones modernas. Lo que a primera vista podría parecer una comedia romántica convencional, con un elenco estelar que incluye a Dakota Johnson, Pedro Pascal y Chris Evans, en realidad se revela como una sátira mordaz sobre la mercantilización del afecto en la sociedad contemporánea. A través de la trama, la película desafía la noción de que el amor puede ser simplemente otra transacción en un mercado de valores personales, un concepto que la propia Song compara con la incisiva crítica social de Michel Houellebecq. Este análisis profundo se centra en cómo la tecnología y las plataformas de citas han transformado la búsqueda de pareja en una experiencia deshumanizada, donde los individuos son evaluados por su “valor de mercado” en lugar de por su esencia, planteando la fundamental cuestión de si es posible encontrar un amor auténtico cuando las personas son reducidas a meras mercancías.
La destacada cineasta Celine Song, reconocida por su obra anterior “Vidas Pasadas”, nos presenta su más reciente producción, “Materialistas”, la cual ha llegado a las salas de cine españolas en una fecha reciente. A diferencia de su predecesora, que exploraba la delicadeza y la melancolía de las conexiones humanas perdidas, “Materialistas” adopta un tono más irónico y estridente, utilizando escenarios opulentos y clichés narrativos para una autoparodia perspicaz. La trama sigue a Lucy, una exitosa casamentera de Manhattan, cuya profesión consiste en emparejar a profesionales adinerados. Lucy se ve confrontada con sus propias expectativas amorosas y existenciales al tener que elegir entre un adinerado y apuesto pretendiente y un antiguo amor, de condición económica modesta pero con quien comparte una afinidad más profunda.
La narrativa de la película es una exploración incisiva de la dinámica del amor como inversión y consumo, donde los amantes actúan como competidores en un mercado explícito. Song destaca cómo, a diferencia de épocas anteriores donde las interacciones románticas se daban en entornos comunitarios, la era digital ha globalizado y acelerado este mercado, llevando a una deshumanización preocupante. La directora subraya una frase clave de la película: “No soy mercancía, soy una persona”, enfatizando que el amor verdadero solo puede florecer entre individuos que se reconocen como seres humanos, no como bienes de consumo. Aunque gran parte de la película se desarrolla en ambientes lujosos de Nueva York, con personajes que frecuentan restaurantes exclusivos y residen en apartamentos de ensueño, Song insiste en que el verdadero núcleo de la historia reside en el personaje de John, el exnovio de Lucy, quien representa la lucha de la clase trabajadora en una ciudad tan costosa. Esta dualidad de mundos subraya el contraste entre la ostentación y la realidad cotidiana, demostrando que la película trasciende la mera representación del lujo para adentrarse en la complejidad de las vidas humanas y sus aspiraciones. Además, la película aborda el miedo universal a la soledad, un sentimiento que, según Song, trasciende géneros y condiciones sociales, siendo un componente intrínseco de la experiencia humana.
“Materialistas” no es meramente una historia sobre relaciones; es un espejo crítico que nos obliga a confrontar la deshumanización en la que caemos cuando permitimos que la lógica del mercado dicte nuestras interacciones más íntimas. Como lectores y espectadores, nos queda la inquietud sobre si el amor, en su forma más pura y milagrosa, puede sobrevivir en un ecosistema donde las personas son evaluadas y transaccionadas como productos. La película nos invita a un examen de conciencia colectivo: ¿Hemos internalizado tanto la mentalidad de 'valor de mercado' que hemos olvidado cómo ser simplemente 'personas' en la búsqueda del amor? Es una llamada de atención para revalorizar la conexión humana genuina por encima de cualquier atributo material o social, y para recordar que el verdadero milagro del amor reside en la capacidad de dos almas de conectarse, sin precio ni etiqueta.