El reconocimiento otorgado por la UNESCO al archivo de recetas médicas manuscritas del Museo Farmacéutico de Matanzas subraya su importancia como testimonio histórico y científico. Este conjunto de 55 volúmenes, que abarcan desde 1882 hasta 1964, contiene más de un millón de fórmulas médicas junto con detalles relevantes sobre cada una. Compiladas en lo que era conocido como la Botica Francesa, dirigida por el doctor Ernesto Triolet, estas páginas reflejan no solo avances científicos, sino también aspectos sociales y culturales de la época. La inclusión en el Registro Memoria del Mundo para América Latina y el Caribe pone de relieve su valor como patrimonio global.
Este archivo único es mucho más que un registro técnico. A través de sus páginas, se puede observar cómo evolucionaron las prácticas farmacéuticas en Cuba, fusionando saberes europeos con recursos locales e incluso aportaciones de personas esclavizadas. Marcia Brito Hernández, directora del museo, destaca cómo estos documentos revelan historias fascinantes, como la receta preparada para Máximo Gómez durante una enfermedad o el hecho de que Miguel Faílde, creador del danzón, fuera cliente regular. Estos libros ofrecen una ventana hacia eventos médicos, sociales y económicos clave del período.
La colección también incluye etiquetas originales de medicamentos y obras fundamentales de farmacopeas internacionales. Inicialmente dependiente de materias primas importadas, la botica fue adaptándose gradualmente a ingredientes nativos, lo que ilustra la transición hacia una práctica farmacéutica cubana auténtica. Las contribuciones de figuras destacadas como Carlos J. Finlay y Pedro Betancourt Dávalos están registradas aquí, convirtiendo este archivo en una fuente invaluable para investigadores y curiosos.
El anuncio oficial tuvo lugar el 27 de marzo, acompañado de un homenaje cultural que reunió a descendientes de la familia Triolet y autoridades de la UNESCO. Anne Lemaistre, directora regional de la organización, describió el museo como "una joya excepcional" debido a su estado de conservación y autenticidad. Fundada en 1882, la Botica Francesa pasó a ser museo en 1964 y Monumento Nacional en 2007, consolidando su lugar en la historia científica y cultural de Cuba y el mundo.
Con este reconocimiento internacional, los libros de recetas del Museo Farmacéutico trascienden fronteras, convirtiéndose en un símbolo de cómo la ciencia y la cultura pueden entrelazarse para preservar memorias colectivas. Este tesoro documental no solo cuenta la historia de una botica, sino también la transformación de una sociedad y sus interacciones con la medicina y la naturaleza.