Ingresar a la Taberna Garibaldi se siente como adentrarse en un escenario peculiar, donde el bullicio de las copas y el murmullo de las voces construyen una atmósfera de tertulia política. Aunque su promotor, Pablo Iglesias, no estuvo presente en esta primera jornada, su espíritu flotó en el ambiente, dejando que el local hablara por sí mismo y anunciando una inauguración oficial más adelante.
La taberna ha resurgido en la calle Miguel Servet, significativamente más grande y con una terraza que invita a la socialización al aire libre. Su expansión fue un logro colectivo, impulsado por una campaña de micromecenazgo que superó todas las expectativas, recaudando más de 145.000 euros de miles de colaboradores. Este apoyo financiero no solo permitió la ampliación física, sino que también reafirmó el compromiso de la comunidad con este proyecto.
Desde las primeras horas de la tarde, la taberna se convirtió en un imán para curiosos y simpatizantes. La afluencia fue tal que la acera opuesta se transformó en un mirador improvisado, con visitantes como Antonio, quien, al enterarse de la reapertura por redes sociales, no dudó en acercarse para conocer el nuevo espacio. La expectativa era palpable, y el entusiasmo de los asistentes confirmaba el gran interés en este renovado punto de encuentro.
El diseño interior de la nueva Garibaldi evoca una continuidad con su predecesora, manteniendo elementos como la madera en mesas y sillas, y la presencia de una bandera republicana. Un llamativo póster de Raffaella Carrà con la frase \"Siempre voto comunista\" domina una de las columnas, consolidando el distintivo carácter político del lugar. El ambiente vibrante, con más de medio centenar de personas conversando animadamente, es un testimonio de la energía que emana el bar.
Julio, el encargado, se movía sin cesar detrás de la barra, confirmando el éxito del día. \"Estamos a tope, es un triunfo\", comentó, mientras atendía a los clientes que, desde el mediodía, ya se congregaban frente al local. Aunque la inauguración oficial está prevista para septiembre, la apertura anticipada buscaba ofrecer un espacio de camaradería y debate al vecindario lo antes posible.
Las mesas se llenaron rápidamente con cervezas y copas de vino, acompañadas de una variada oferta de tapas que incluían ensaladilla, rollitos de primavera y hummus. A pesar del calor madrileño, la terraza, aunque con servicio limitado, fue un éxito rotundo, atrayendo a los primeros adeptos que celebraron la amplitud y la comodidad del nuevo espacio. La promesa de un futbolín futuro añadió un toque de diversión y anticipación.
Aunque aún quedan pequeños detalles decorativos por ultimar, la Taberna Garibaldi opera con la fluidez de un establecimiento consolidado. El relanzamiento de este \"espacio antifascista\" por parte de Iglesias, a pesar de su retirada de la primera línea política, demuestra su capacidad para crear un lugar que fusiona la convivencia social con el debate de ideas. Garibaldi se erige así como un manifiesto en forma de bar, ofreciendo un refugio para la disidencia y la reflexión.