El Monumento a la Revolución se transformó en un vibrante mercado gastronómico durante el Día de la Candelaria, reuniendo a vendedores locales e internacionales que compartieron sus recetas y tradiciones culinarias. Los visitantes pudieron degustar una amplia variedad de platillos basados en maíz, desde tamales hasta bebidas como atole y agua de chocolate, todos elaborados con ingredientes frescos y auténticos. La feria destacó por su diversidad cultural y la calidad de los productos, ofreciendo un espacio donde las recetas heredadas de generación en generación cobraron vida.

Este encuentro no solo fue una celebración del sabor, sino también de la herencia cultural. En medio del bullicio, María Isabel García, proveniente de Xochimilco, presentó sus tamales de amaranto con nopal y otros sabores únicos de la temporada. Su propuesta gustó tanto que antes de finalizar la tarde, ya había agotado su producción. Las recetas de García reflejaban la influencia de su madre y las técnicas aprendidas a lo largo de los años, creando una fusión perfecta entre tradición y innovación.

Otro destacado participante fue Zuki Avendaño, originaria de Calpulalpan, Tlaxcala. Sus tamales incorporaban ingredientes directamente de la milpa, como quelites, calabazas y tomates, elementos que resaltan la importancia de la agricultura local en la cocina tradicional. Avendaño explicó que preparar estos platillos es un proceso laborioso que involucra a varias personas, comenzando desde la nixtamalización del maíz hasta el relleno final. Este trabajo colectivo no solo produce alimentos exquisitos, sino que también fortalece los lazos familiares y comunitarios.

La feria también aprovechó el puente del 3 de febrero para extender sus actividades, permitiendo a más personas disfrutar de esta experiencia culinaria única. El evento no solo celebró la riqueza gastronómica de México, sino que también puso en valor la diversidad cultural y la importancia de preservar las recetas ancestrales. Los visitantes encontraron en este espacio una oportunidad para conectar con las raíces del país a través del sabor y la tradición.

En resumen, este encuentro en el Monumento a la Revolución fue mucho más que una muestra de alimentos; fue una celebración de la cultura mexicana en todo su esplendor. A través de los sabores y aromas, los asistentes pudieron experimentar la diversidad y riqueza de las tradiciones culinarias de diferentes regiones del país, dejando un impacto duradero en quienes tuvieron la oportunidad de participar.