Olga Maya, reconocida emprendedora detrás de un exitoso negocio de helados artesanales, reveló públicamente por qué ha elegido la leche Latti de Tiendas D1 para sus creaciones. “Muchos me critican por usar la leche del D1, pero les voy a contar algo: para hacer helado necesito una leche con buen porcentaje de grasa, y la del D1 es perfecta”, explicó. Su testimonio pone en evidencia cómo las características técnicas de este producto van más allá de su etiqueta comercial y se convierten en ventajas competitivas reales para quienes trabajan con ingredientes frescos.
Su elección no es casual ni sentimental. El proceso de elaboración de helados requiere una base láctea que mantenga su estructura durante la congelación y que aporte cremosidad sin perder sabor. En ese sentido, la leche entera de D1 cumple con eficacia estos requisitos, permitiendo a pequeños productores ofrecer productos de calidad sin sacrificar el margen de ganancia. Además, su bajo costo permite manejar presupuestos ajustados, una realidad constante en muchos emprendimientos familiares.
No solo los negocios formales han encontrado en esta leche una aliada. Usuarios comunes que experimentan con recetas caseras también destacan su versatilidad. Una usuaria en redes sociales compartió su experiencia al hacer yogurt griego casero: “Yo hago el yogurt griego con esa y me sale perfecto. Lo hice con una muy reconocida y no me salió, así que esa me sirve pues la compro”. Este tipo de testimonios ilustra cómo una marca menos conocida puede superar en rendimiento a productos tradicionales en aplicaciones específicas.
Lo interesante de estos comentarios es que sugieren una relación directa entre la composición química de la leche y su comportamiento en procesos de fermentación o congelación. Mientras algunas marcas pueden parecer más premium en apariencia, su formulación puede no adaptarse tan bien a ciertos usos domésticos o artesanales. Esto abre una oportunidad para que productos como la leche Latti encuentren su nicho en segmentos donde la eficiencia técnica pesa más que la imagen de marca.
Uno de los factores que ha catapultado a la leche Latti al centro de conversaciones en hogares y talleres de producción artesanal es su precio competitivo. En un país donde el costo de vida ha subido significativamente, encontrar productos lácteos de calidad a precios razonables se ha convertido en una prioridad para muchas familias y microempresas. Las cifras hablan por sí solas:
La leche entera en bolsa de 900 ml tiene un valor de $2.890 pesos, mientras que la versión deslactosada cuesta $3.050 pesos. Para quienes necesitan opciones sin lactosa pero con sabor, la leche deslactosada descremada en envase tetra pak mantiene un precio relativamente accesible de $3.750 pesos. Estos valores la posicionan como una de las alternativas más económicas del mercado, sin caer en prácticas comerciales engañosas, aunque no esté exenta de polémicas regulatorias.
A pesar de su aceptación entre ciertos grupos de usuarios, la marca Latti ha enfrentado cuestionamientos serios por parte de la Superintendencia de Industria y Comercio (SIC), la entidad encargada de proteger los derechos de los consumidores en Colombia. Hace algunos meses, la SIC impuso una sanción a la compañía por irregularidades detectadas en la composición de su producto. La investigación reveló que se estaba adicionando lactosuero a la leche, vendiéndola como si fuera leche entera, una práctica considerada engañosa.
Este hallazgo generó preocupación entre los consumidores y abrió un debate sobre la transparencia en la industria alimentaria. Si bien la marca ha respondido con campañas publicitarias defendiendo la calidad de su producto, el episodio deja en evidencia la tensión entre el control regulatorio y la necesidad de mantener precios competitivos. En este contexto, el rol del consumidor como fiscalizador activo cobra cada vez más relevancia.
Frente a las críticas y sanciones, Tiendas D1 lanzó una campaña publicitaria destinada a defender la calidad y autenticidad de su leche Latti. En un esfuerzo por recuperar la confianza del público, la empresa enfocó sus mensajes en aspectos como el rigor en los procesos de producción, el compromiso con la salud del consumidor y el acceso equitativo a productos lácteos esenciales. Esta estrategia refleja una tendencia creciente entre empresas que buscan no solo vender productos, sino también construir narrativas de responsabilidad social y transparencia.
El impacto de esta campaña aún está en desarrollo, pero su existencia demuestra que incluso las decisiones regulatorias pueden impulsar a las empresas hacia modelos de comunicación más transparentes y proactivos. En un entorno donde la reputación marca la diferencia entre el éxito y el fracaso, acciones como estas son fundamentales para mantenerse relevantes y confiables ante un público cada vez más informado y exigente.