La Semana de la Moda de Copenhague ha dejado huella con su enfoque minimalista y sofisticado, destacando por una paleta de colores más apagada y madura. Los looks presentados combinan elegancia con funcionalidad, incorporando texturas contrastantes y patrones innovadores. La moda danesa se ha reinventado hacia un estilo accesible y moderno, donde el marrón chocolate juega un papel protagonista. Accesorios como las balaclavas y los cinturones múltiples han sido imprescindibles, mientras que prendas clásicas como gabardinas y abrigos de pelo adquieren nuevas formas y volúmenes. El street style ha demostrado que no es necesario vestir de manera llamativa para destacar, elevando la moda a un nuevo nivel.
En esta edición, la paleta de colores se inclinó hacia tonalidades más sobrias, especialmente el marrón chocolate. Este color, lejos de ser aburrido, se convirtió en el pilar central de muchos outfits, apareciendo en abrigos, faldas y accesorios. Las invitadas lo llevaron en diferentes tonos, desde oscuros hasta claros, creando una atmósfera sofisticada y cálida. Esta gama de colores se asocia con el estilo minimalista de los años 90, pero este año adoptó un enfoque bohemio al mezclarse con texturas diversas y prendas oversize. Un total look con diferentes tonos de marrón y algún accesorio de color era la clave para lucir elegante y moderno.
Otro elemento que dominó el street style fue la balaclava, un accesorio que se reinventó en tejidos de punto y colores vibrantes. Este complemento no solo añadió un toque de misterio y estilo a cualquier outfit, sino que también resultó funcional para combatir el frío escandinavo. Combinado con abrigos largos y gafas de sol, se convirtió en un elemento esencial para convertirse en un ícono de la moda. Además, las gabardinas, tanto cortas como largas y con cortes asimétricos, fueron otra tendencia destacada. Estas prendas versátiles elevaron cualquier look, desde uno casual con vaqueros hasta uno más sofisticado con falda y botas altas.
El estampado de vaca también tuvo su momento de gloria, aportando un toque western y divertido a los outfits. Se vio en abrigos de pelo, zapatos y bolsos, tanto en clave maximalista como en pequeños detalles. Para mantener el equilibrio, se recomendaba combinarlo con tonos neutros o denim. Por otro lado, la tendencia de usar varios cinturones uno encima del otro proporcionó siluetas refinadas y marcadas, dando a los looks un aire moderno y estructurado. Los tartanes, reinterpretados con combinaciones de colores atrevidos y cortes inesperados, también marcaron presencia, mientras que los lazos en el cuello añadieron un toque romántico y sofisticado a las camisas.
La inspiración masculina se reflejó en conjuntos de tailoring, donde blazers, pantalones de pinzas y corbatas se combinaron con zapatillas o botas de plataforma para crear una estética llena de poder y modernidad. Los abrigos de pelo, con su aire retro glamuroso, fueron otra pieza clave, adaptándose al estilo minimalista de las danesas. Finalmente, las bermudas con botas crearon un efecto visual alargado que estilizó las siluetas, mientras que los bolsos marrones con charms personalizados se convirtieron en statement pieces únicos.
La mezcla de texturas fue el secreto del layering perfecto, con audaces combinaciones de materiales que aportaron profundidad y originalidad a los looks. Faldas con transparencias, gafas de sol ovaladas, pequeños toques rojos, medias de encaje y calzado de punta cuadrada completaron un panorama de tendencias que mostraron cómo las chicas danesas pueden priorizar el estilo sin sacrificar la funcionalidad. En resumen, la Semana de la Moda de Copenhague nos ofreció una visión de la moda accesible y sofisticada, donde cada detalle cuenta para crear outfits memorables.