En los últimos años, la inteligencia artificial (IA) ha experimentado un desarrollo exponencial que plantea nuevas preguntas sobre la autoría y el valor de la creatividad humana. Desde 2019, cuando se comenzó a explorar la capacidad de los algoritmos para imitar estilos literarios o musicales, hasta hoy, donde figuras como Paul McCartney reclaman regulaciones más estrictas para proteger a los creadores, el debate ha ganado relevancia. La IA puede generar obras originales basadas en patrones aprendidos, lo que desata interrogantes sobre quién es el verdadero autor y cómo se deben proteger los derechos intelectuales. Este fenómeno no solo afecta a músicos y escritores, sino también a otros profesionales creativos, incluyendo chefs, quienes ven cómo sus recetas son replicadas por máquinas.
En un período de seis años, la inteligencia artificial ha avanzado a pasos agigantados, logrando reproducir con precisión estilos artísticos complejos. En un mundo donde cuatro simples instrucciones pueden generar una canción inédita que suena como si fuera de los Beatles, surge la pregunta: ¿quiénes son los auténticos autores? Esta cuestión se extiende a imágenes, novelas, guiones, películas y otras formas de expresión creativa. Aunque las obras generadas por IA parezcan nuevas, están basadas en conocimientos previos desarrollados por seres humanos. Cada creación es un reflejo de todo lo que ha sido creado antes. Eugeni d'Ors afirmaba que "fuera de la tradición, no hay verdadera originalidad". Esto sugiere que la IA no hace más que reorganizar lo ya existente.
En el ámbito culinario, la IA puede idear recetas que imitan la esencia de chefs reconocidos. Por ejemplo, solicitar una receta de cocina catalana que combine pato, fruta y marisco resulta en un plato detallado y sofisticado. Sin embargo, esta capacidad plantea dilemas éticos similares a los del resto de las industrias creativas. Si bien compartir conocimiento es beneficioso para la sociedad, su uso deshonesto para fines egoístas perjudica a muchos y beneficia a pocos. La cultura popular, históricamente subvalorada, es fundamental para la construcción de un futuro innovador y justo.
Es importante destacar que algunas iniciativas globales, como el tratado de la ONU de 1992, reconocen los derechos de los pueblos indígenas sobre su conocimiento tradicional. Sin embargo, estas leyes son difíciles de implementar en la práctica. Nuestras cocinas locales, al igual que cualquier forma de sabiduría popular, merecen protección y reconocimiento para construir un futuro diverso y equitativo.
Desde la perspectiva de un periodista, este debate nos invita a reflexionar sobre la importancia de proteger y valorar la creatividad humana. Mientras la IA sigue avanzando, es crucial establecer marcos legales que garanticen la justicia y la equidad en la atribución de autoría. Además, debemos fomentar el respeto por el conocimiento tradicional y popular, reconociendo su papel vital en nuestra sociedad. Solo así podremos asegurar que la tecnología siga siendo una herramienta que beneficia a todos, sin comprometer la esencia de nuestra creatividad colectiva.