En 2006, el Festival de Salzburgo dedicó su temporada a explorar las óperas de Mozart, destacando una obra poco conocida pero fascinante: "Mitridate, Re di Ponto". Esta pieza, resultado de una colaboración entre el Teatro Real de Madrid, el Liceu de Barcelona y la Ópera de Frankfurt, revela tanto la habilidad temprana de Mozart como compositor como la evolución de sus libretos. La producción, dirigida musicalmente por Ivor Bolton y escénicamente por Claus Guth, presenta una historia dinámica que se aleja del estático estilo barroco, infundiendo vida y profundidad a sus personajes mediante un enfoque innovador en los recitativos y arias.
Esta obra cuenta la historia de un rey griego enfrentado a las ambiciones imperiales de Pompeyo en el siglo I a.C., lo cual resulta sorprendentemente similar a obras teatrales estadounidenses contemporáneas o novelas de autores como John Steinbeck o Erskine Caldwell. En ella, Mitridate (interpretado por Juan Francisco Gatell) regresa tras la guerra para descubrir a sus hijos inmersos en conflictos por el poder y los favores de Aspasia (Sara Blanch), mientras otros personajes como Farnace (Franco Faglioli) y Sifore (Elsa Dreisig) añaden capas de complejidad al drama.
La dirección musical de Ivor Bolton logra capturar con precisión la esencia del texto, mientras que la visión escénica de Claus Guth transforma esta antigua trama en algo vibrante y moderno. A través de elementos plásticos, coreografías y actuaciones convincentes, Guth eleva la peripecia del monarca derrotado hasta convertirla en una tragedia griega con ecos shakesperianos. El sacrificio final de Mitridate no solo reconcilia a las figuras de la narrativa, sino que también purifica sus traiciones anteriores.
Los intérpretes ofrecen un desempeño equilibrado, aunque destaca especialmente el contratenor Franco Faglioli, cuya tesitura parece haber inspirado particularmente al joven Mozart. Este aspecto, junto con el resto del reparto liderado por Sara Blanch y apoyado por Marina Monzó, crea un conjunto armonioso que refleja la belleza melódica inherente a la obra.
En conclusión, esta representación de "Mitridate" no solo celebra el genio precoz de Mozart, sino que también redefine cómo podemos experimentar una ópera histórica en el contexto actual. La mezcla de música sublime, interpretaciones sólidas y una puesta en escena innovadora proporciona una experiencia única que deja una impresión duradera en el público asistente.