Un triunfo colectivo siempre destaca figuras individuales, y en esta ocasión, el protagonismo recayó sobre un hombre discreto pero determinante. Aunque muchos jugadores optaron por diferentes rutas para regresar a sus hogares tras la victoria, algunos celebrando efusivamente con familiares en el césped, Unai Simón destacó por su calma característica. Este guardameta, cuya frialdad emocional parece inquebrantable, se convirtió en el centro de atención gracias a su actuación decisiva en la tanda de penaltis contra Holanda. Su serenidad bajo presión no es nueva; es una cualidad que lo ha acompañado desde su regreso tras una lesión compleja en la Eurocopa.
La confianza del entrenador en su portero estuvo siempre clara, incluso cuando otros nombres brillaban. Desde su primera llamada con Luis de la Fuente hace dos años, las dudas sobre quién ocuparía la portería quedaron disipadas rápidamente. A pesar de ausencias por lesiones y debates mediáticos, especialmente con respecto a David Raya o Kepa, De la Fuente nunca vaciló en su elección. Esta lealtad fue reafirmada durante conversaciones privadas entre entrenador y jugador, donde se subrayó que Unai era quien debía llevar las riendas bajo los tres postes. Además, su manejo de ciertas situaciones fuera del campo también marcó diferencias, como su decisión de no responder preguntas de periodistas con quienes tuvo desacuerdos previos, demostrando así un respeto firme pero distante.
En el mundo del fútbol, la habilidad de detener penaltis puede definir carreras, y Unai lo ha hecho repetidamente. Desde su participación en competiciones internacionales, su historial muestra un patrón claro: bajo presión extrema, este guardameta encuentra su mejor versión. En duelos cruciales como contra Croacia o Suiza, sus intervenciones fueron clave para mantener vivas las esperanzas de España. Aunque experimentó derrotas dolorosas frente a Italia y Marruecos, estas experiencias solo han fortalecido su mentalidad ganadora. A sus 27 años, Unai Simón representa más que un portero; encarna la perseverancia, la confianza inquebrantable y la capacidad de superar adversidades. Su ejemplo inspira a jóvenes futbolistas a trabajar duro y mantenerse firmes ante los desafíos, mostrando que el éxito no siempre depende de las palabras, sino de las acciones.