En un escenario de creciente preocupación global por la salud pública, el sarampión, una enfermedad que se consideraba casi erradicada en muchas regiones, está experimentando un resurgimiento alarmante. Los profesionales de la medicina y las organizaciones sanitarias internacionales están emitiendo un llamado urgente a la acción, enfatizando la necesidad imperante de verificar el estado de vacunación individual. Este brote renovado, impulsado por una combinación de factores como la reticencia a la vacunación y el aumento de los desplazamientos transfronterizos, pone de manifiesto que las enfermedades no reconocen límites geográficos, y la inacción colectiva podría tener consecuencias devastadoras.
Durante el presente año, el mundo ha sido testigo de un notable aumento en los casos de sarampión. En Estados Unidos, se han documentado más de 1.300 infecciones confirmadas en más de 40 estados, mientras que en la vecina Canadá, la cifra supera los 3.800 contagios. Esta escalada regional se enmarca en una preocupante tendencia global, donde los casos de sarampión pasaron de un mínimo histórico de 132.490 en 2016 a más de 10 millones en 2023, según datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS). La Dra. María del Mar Tomás, portavoz de la Sociedad Española de Enfermedades Infecciosas y Microbiología Clínica (SEIMC), ha señalado que esta situación representa una \"señal clara para la prevención\".
Uno de los factores principales detrás de este inquietante repunte es la disminución de las tasas de vacunación, ya sea por barreras de acceso o por la creciente desconfianza hacia las vacunas. En Norteamérica, se ha observado que la vasta mayoría de los contagios, superando el 85%, afectan a individuos no inmunizados. La Dra. Tomás advierte que, dada la naturaleza globalizada del virus y el aumento de la movilidad humana, es fundamental que cada persona conozca su estado vacunal para protegerse y evitar la propagación. Un reciente análisis en The New England Journal of Medicine resalta la necesidad de una detección rápida y el genotipado viral para controlar las cadenas de transmisión, especialmente en la era de los viajes internacionales.
Aunque naciones como España y Estados Unidos habían logrado la eliminación del sarampión en 2016 y 2000, respectivamente, la actual situación mundial de alta circulación viral amenaza con revertir estos logros. Lamentablemente, desde 2019, ninguna región de la OMS ha mantenido consistentemente el estatus de eliminación. La reticencia a la vacunación, incluso en países con acceso garantizado a las dosis, se ha convertido en un desafío crítico. En Europa, la situación es heterogénea; mientras que España y Noruega mantienen coberturas vacunales superiores al 95%, otras naciones presentan vulnerabilidades. En 2024, se reportaron 35.212 casos en la Unión Europea, un aumento de diez veces respecto al año anterior, con Rumanía, Francia e Italia registrando las cifras más elevadas. El Centro Europeo para la Prevención y el Control de las Enfermedades (ECDC) ha instado a los profesionales de la salud a verificar el estado de vacunación de los viajeros.
En España, se han registrado brotes puntuales en regiones como el País Vasco, Andalucía y Cataluña, muchos de ellos con origen en importaciones. El Ministerio de Sanidad, a través de su Plan Estratégico para la Eliminación del Sarampión y la Rubéola 2021-2025, ha reforzado la vigilancia epidemiológica y la vacunación, especialmente en anticipación a la temporada de verano. Los datos del Instituto de Salud Carlos III (ISCIII) revelan más de 700 notificaciones este año, con un 57% de casos importados. La Dra. Tomás enfatiza que el sarampión es \"altamente contagioso\" (con un número R de 12), posee un periodo de incubación prolongado y puede acarrear complicaciones graves, incluyendo daños neurológicos e incluso la muerte. Además, la enfermedad puede inducir una \"amnesia inmune\", dejando a los afectados más susceptibles a otras infecciones bacterianas.
Este resurgimiento del sarampión nos obliga a reflexionar sobre la fragilidad de la salud pública y la interconexión global. Como observadores de esta tendencia preocupante, es evidente que la complacencia ante enfermedades prevenibles es un lujo que no podemos permitirnos. La ciencia nos ha brindado herramientas poderosas para protegernos y proteger a nuestras comunidades, siendo la vacunación la más eficaz. Sin embargo, la desinformación y las barreras, tanto de acceso como ideológicas, amenazan con socavar décadas de progreso. Esta crisis es un recordatorio de que la responsabilidad de la salud no recae únicamente en las autoridades sanitarias, sino en cada individuo, cuya decisión de vacunarse contribuye directamente a la inmunidad colectiva y a la seguridad de todos. Es fundamental reforzar la educación, combatir la desinformación y asegurar que nadie quede atrás en el acceso a la inmunización, para que el sarampión vuelva a ser una amenaza del pasado.