El proceso de digitalización del sistema sanitario argentino ha dado un paso significativo con la adopción de la receta médica electrónica. Susana Azurmendi, subsecretaria de Vigilancia Epidemiológica, Información y Estadísticas del Ministerio de Salud, destacó que 11 provincias ya han adherido a esta iniciativa, mientras otras jurisdicciones avanzan con sus propias normativas. Este cambio implica no solo la modernización de procesos médicos sino también el fortalecimiento de los sistemas de ciberseguridad para proteger datos sensibles.
La transición hacia la receta médica electrónica es un proceso complejo que requiere adaptación tanto de profesionales de la salud como de pacientes. En Argentina, 11 de las 24 jurisdicciones han adoptado oficialmente este sistema, mientras que otras cuatro tienen sus propias regulaciones o proyectos en marcha. Esta gradualidad permite abordar desafíos específicos de cada región, incluyendo problemas de conectividad en áreas rurales.
La implementación de la receta electrónica no es simplemente una cuestión de descarga de aplicaciones o cambios en el formato de prescripciones. Implica seguir rigurosas prácticas de manejo de información digital, garantizar la validación de plataformas y asegurar la protección de datos personales. Además, se espera que este sistema permita una mejor gestión de políticas de salud basada en datos epidemiológicos más precisos y actualizados.
La adopción de la receta médica electrónica tiene implicaciones profundas en la gestión de datos y seguridad informática. Las autoridades sanitarias trabajan estrechamente con empresas de software y prestadores de servicios de salud para asegurar que todos los datos estén protegidos contra hackeos y usos maliciosos. Cada mes se generan alrededor de 20 millones de recetas electrónicas, lo que representa una valiosa radiografía de las dolencias cotidianas de la población.
Para enfrentar los desafíos de seguridad, el Ministerio de Salud ha validado cerca de 110 plataformas de recetas electrónicas, de las cuales aproximadamente un tercio son públicas. Estas plataformas están interconectadas con diez reservorios de datos, donde las recetas son almacenadas y luego accesibles para las farmacias. Además, se está ampliando la red de vigilancia sanitaria para mejorar la recolección de datos desde distintas regiones del país. Esto permitirá una representación federal más precisa y apoyará el desarrollo de políticas de salud más inteligentes y focalizadas.