En esta obra cinematográfica, el director Jason Buxton desentraña las complejidades emocionales y psicológicas que emergen tras un accidente automovilístico. Inspirándose en el universo perturbador de David Cronenberg, Buxton nos invita a explorar cómo lo cotidiano puede convertirse en una fuente inagotable de angustia. A través de una historia sobre una familia que se muda a una nueva casa cerca de una peligrosa curva, el filme indaga en los límites entre normalidad y locura, cuestionando qué es realmente accidental en nuestras vidas.

Un Viaje al Corazón del Desorden

En un tranquilo rincón de Canadá, una familia compuesta por padre, madre e hijo decide mudarse a una moderna residencia rodeada de paisajes idílicos. Sin embargo, su felicidad pronto se ve truncada por una carretera con una curva mortal frente a su hogar. Tras el impacto de un vehículo contra la fachada de la casa, el padre comienza a obsesionarse con este incidente, transformando su vida diaria en una pesadilla llena de interrogantes. ¿Es el trazado de la carretera el culpable? ¿O tal vez sea la elección equivocada de residencia o incluso la propia dinámica familiar? Con actuaciones magistrales, especialmente de Ben Foster, el relato avanza hacia territorios oscuros donde lo común se vuelve extraordinario.

La dirección de Buxton juega con elementos surrealistas y realistas para construir una atmósfera cargada de tensión psicológica. A medida que avanzamos junto al protagonista, descubrimos cómo sus demonios internos afloran, revelando una verdad incómoda: todos estamos expuestos al borde del abismo.

Desde una perspectiva periodística, esta película no solo entretiene, sino que también provoca reflexiones profundas sobre nuestra relación con lo cotidiano. Nos enseña que detrás de apariencias normales pueden ocultarse tormentas emocionales devastadoras. Es un recordatorio de que debemos estar atentos a las señales que nos rodean, ya que incluso en lugares aparentemente seguros, el caos acecha. Este thriller subraya la fragilidad humana y cómo podemos perder el control ante eventos que parecen triviales en principio.