El cultivo de este cereal, que se originó hace casi diez mil años en regiones húmedas de Asia tropical y subtropical, se ha convertido en un alimento esencial para más de la mitad de la población mundial. Es el segundo cereal más consumido después del trigo y proporciona una alta cantidad de calorías por hectárea. En Colombia, su historia se remonta a finales del siglo XVI, cuando fue introducido en diversas zonas del país.
Este grano ha sido fundamental en la alimentación humana durante milenios. Su adaptabilidad a climas húmedos lo convirtió en un pilar nutricional para numerosas civilizaciones. A medida que las rutas comerciales expandían sus fronteras, el arroz llegó a nuevos territorios, incluyendo América Latina, donde se integró rápidamente en las cocinas locales.
La historia del arroz en Colombia es particularmente fascinante. Desde su llegada en el valle del Magdalena en 1580, hasta su expansión a otras regiones gracias a los misioneros jesuitas, este cereal se ha consolidado como parte integral de la dieta colombiana. Su capacidad para crecer en condiciones de alta humedad y su versatilidad culinaria lo han convertido en un ingrediente indispensable en la gastronomía nacional.
En la cocina latinoamericana, el arroz no solo es un acompañamiento básico sino también un lienzo sobre el cual los chefs pueden experimentar. Este plato combina elementos tradicionales con ingredientes contemporáneos, ofreciendo una experiencia culinaria única que refleja la evolución de la gastronomía regional.
Para preparar esta versión especial, se inicia dorando cebolla morada y ajo en aceite de oliva junto con fideos finos. Luego se incorpora el arroz crudo y se cocina con agua y sal hasta que absorba todo el líquido. Como toque final, se añaden almendras y ciruelas pasas, que aportan texturas y sabores adicionales. Este proceso simple pero efectivo transforma un plato cotidiano en una obra maestra culinaria que celebra la diversidad de ingredientes disponibles en nuestra región.